Capítulo 63. Línea de peligro
El jueves empezó con su voz.
—Tenemos inspección en la obra del parque industrial. —Ni saludo, ni buenos días, solo el aviso.
—¿A qué hora? —pregunté, todavía medio dormido.
—A las ocho. Quiero que estés ahí antes. Puntual, con casco, botas y los planos listos.
—Entendido.
—Y lleva café. —Hubo una pausa breve antes de agregar—. Del decente.
La llamada terminó sin despedida, como siempre.
Miré el reloj. Eran las seis y cuarto. Otra vez iba a necesitar correr.
El aire de la mañana era frío, el cielo, una plancha gris que amenazaba lluvia.
Tomé el metro medio dormido, con la carpeta de planos bajo el brazo y la sensación de que el día prometía ser largo.
La obra quedaba en las afueras, un terreno inmenso donde el ruido de las máquinas era constante y el polvo se metía hasta en los pensamientos.
Cuando llegué, el equipo de seguridad ya estaba marcando el perímetro y Ginevra revisaba algo en su tablet, impecable, como si el viento y el barro no existieran.
Su casco blanco tenía su nombre g