Capítulo 34. Los días sin ella.
Ese día estuve un poco enojado o decepcionado, no lo sé. Solo sé que no tenía ganas ni de trabajar. Me fui puntual y me emborraché solo en mi apartamento.
El sábado comí con mis padres y el domingo me dormí temprano.
El lunes siguiente me levanté de mal humor, arrastrando los pies por el departamento como si cada paso me pesara el doble. La semana anterior, Ginevra ocupada y luego el aviso de su viaje sin decírmelo… todo eso me quemaba por dentro. La rabia se mezclaba con el deseo, con esa necesidad absurda de tenerla cerca aunque ella estuviera a kilómetros de distancia.
Me serví un café, sin ganas, mirando la ciudad desde la ventana como si el paisaje pudiera explicarme algo que mi cabeza no lograba descifrar. Cada mensaje pendiente en mi teléfono me tentaba, y no podía evitar pensar en escribirle. Solo unas palabras, algo juguetón, provocador… pero al mismo tiempo íntimo, personal.
Abrí la aplicación de mensajes y comencé a teclear:
"Sé que estás ocupada… pero no me olvides. Te ext