Capítulo 11. ¿Quiénes eran ellas?
Me senté más rígido, como si alguien me hubiera dado un golpe invisible.
Mis padres seguían hablando, preguntándome algo sobre el trabajo, pero yo no escuchaba.
Todo mi mundo se había reducido a esa imagen: Ginevra, el beso, la certeza que me dolía en la garganta.
Intenté racionalizarlo. Tal vez no era así. Tal vez era solo amistad, una casualidad.
Pero nada en mi interior me dejaba pensar eso.
No después de todas las señales que había ignorado, no después de su silencio absoluto conmigo, no después de esa semana en la que cada intento de cercanía había sido ignorado o neutralizado.
Sentí un vacío que no había sentido antes.
No era celos. No exactamente.
Era la certeza de que, de alguna manera, yo no existía en su mundo afectivo.
Que había algo en ella que nunca podría tocar.
Y que todo lo que había sentido, todo lo que había esperado, estaba suspendido en una grieta que se hacía cada vez más grande.
Miré otra vez hacia la calle.
Ella reía con las dos mujeres, despreocupada, como si n