El sol se cuela por entre las cortinas gruesas de la casa, lanzando haces de luz que no logran disipar la opresión que flota en el ambiente.
Clara se encuentra sentada al borde del sofá, el teléfono en la mano, la mente sumida en una confusión asfixiante.
Las imágenes siguen girando en su cabeza: ella, o alguien que luce como ella, junto a Samuel en una escena de falsa intimidad, bajo las luces doradas del evento.
Su corazón late errático. El mundo que había comenzado a reconstruir se tambalea de nuevo.
Toca la puerta. Clara se levanta lentamente, como si cada movimiento pesara el doble. Cuando abre, Samuel está allí, impecable, con el ceño ligeramente fruncido y una expresión de compasión casi perfecta en su rostro.
—Necesitamos hablar —dice, con una voz suave pero firme.
—No creo que sea conveniente que Ethan nos vea juntos ahora mismo.
—Ethan está en una reunión en la empresa, hoy llegará bastante tarde.
Ella asiente y se hace a un lado para dejarlo entrar. Samuel camina con pas