Narra Chloë
Hace cinco días que el templo no deja entrar a nadie más que a mí.
Cinco días desde que esa figura antigua me habló.
Cinco días desde que sentí por primera vez que el bebé dentro de mí no solo me pertenece a mí... sino también al destino.
La manada Royal Herd está inquieta. Me miran distinto. Algunos con reverencia. Otros con miedo. Incluso los más cercanos a mi madre evitan pronunciar mi nombre en voz alta. Como si decirlo atrajera una maldición.
A veces escucho susurros.
"Ella no es una loba completa."
"Esa criatura no debería nacer."
"¿Y si es como los antiguos? ¿Y si vuelve a repetirse la maldición?"
No me afecta. No más.
No después de lo que Abel hizo.
No después de cómo eligió a los vampiros antes que a mí.
No después de dejarme sola.
Hoy amanecí con una sensación extraña. No de peligro. Tampoco de paz.
Era una mezcla. Como cuando estás en el borde de un acantilado: no sabes si te vas a caer... o si vas a aprender a volar.
—¿Lo sentiste, verdad? —me preguntó mamá mie