C89: Te doy mi palabra.
Elian se quedó solo frente a la casa durante un largo rato, estático, con la mandíbula apretada y la vista incrustada en la puerta que Nadia acababa de cerrar. Las palabras de ella aún hacían eco en su cabeza, frías y definitivas.
Había sido tajante. No le dejaba lugar a dudas sobre su decisión ni sobre lo que él representaba para ella. Sin embargo, para Elian, nada de eso era un motivo suficiente para rendirse. ¿Desde cuándo se detenía ante un obstáculo tan menor como un “tengo novio”? Lo consideraba apenas una formalidad, una excusa que muchas mujeres usaban para no enfrentarse a situaciones incómodas o, peor aún, para ocultar que en realidad no estaban interesadas.
Pero Nadia no parecía una mujer cualquiera. Su actitud, su temple, la dignidad con la que hablaba... todo en ella despertaba un inquietante de deseo, desafío y necesidad.
¿Y ese tal novio? ¿Quién era realmente? Ella se había referido a él como alguien influyente, alguien importante, pero no había dado nombres, ni detalle