C74: Abandona esas esperanzas.
—Basta, Nadia —impuso Jared, y en ese instante, cualquier vestigio de gentileza, cualquier sombra de calidez o expresión amable que hubiese mostrado momentos antes, se desvaneció por completo. Su rostro cambió, tornándose severo, impenetrable, y su postura se endureció como una muralla que no permitía réplica alguna—. No tienes derecho alguno a cuestionar las decisiones que tomo respecto a la salud de mi madre. Si yo he determinado que ella debe permanecer aquí, entonces así será, sin excepciones ni objeciones. ¿Ha quedado claro?
Hizo una pausa breve, lo suficiente para dejar que sus palabras se asentaran en la mente de Nadia.
—No te consiento venir hasta la puerta de mi habitación para increparme, para recriminarme mis actos o mis resoluciones. Si esa es la única razón por la que te presentas, entonces te advierto: no vuelvas. Te prohíbo regresar aquí si tu única intención es desafiarme o poner en tela de juicio mi autoridad.
Nadia, al escuchar aquellas palabras, sintió cómo un nudo