Rowan la envolvió entre sus brazos con fuerza, aferrándose a ella como si temiera que el mundo entero pudiera separarlos. Le depositó un beso suave en la frente, dejando que su calor y su cercanía hablaran por él, mientras sus palabras trataban de aliviar los miedos que ella aún guardaba.

—No te preocupes por nada —susurró, con firmeza y convicción—. Eso que temes no va a suceder. Yo sé muy bien cómo cuidarme y cómo protegernos a ambos.

Nadia lo miró y un leve brillo de sonrisa cruzó su rostro, aunque aún quedaba un hilo de tensión en sus ojos.

—Además —continuó él, apretando suavemente su cuerpo contra el suyo, asegurándose de que sintiera cada palabra—, mientras tú quieras estar a mi lado, nadie podrá apartarme de ti. Ni siquiera lo que tu tío pueda intentar. La única persona capaz de alejarme de ti… eres tú misma. Aunque, para ser sincero, ni siquiera tú has logrado hacerlo. Por eso estamos aquí, juntos, y por mi insistencia, nada nos separará.

Nadia soltó un pequeño resoplido, jug