C130: Mi prioridad no era el amor.
Nadia lo miró por un instante, con los labios apretados.
—Yo ya no quiero seguir con esta conversación… —dijo finalmente—. Así que me voy.
Se movió hacia la puerta del vehículo, con la clara intención de salir, pero en cuanto su mano rozó la manilla, Rowan reaccionó. Su mano grande y cálida se cerró sobre su brazo con suavidad, pero con la fuerza suficiente para detenerla.
—No —declaró—. No voy a dejar que te vayas. No hasta que respondas mi pregunta.
El contacto la hizo estremecerse. No era doloroso, pero sí definitivo, como si con ese solo gesto le dejara claro que no iba a huir tan fácilmente de ese pasado que ambos compartían.
—Suéltame, Rowan —replicó ella, girándose para encararlo—. No tiene sentido que hablemos de esto. ¡Ya pasó hace mucho tiempo!
—Necesito saberlo, ya te lo dije —respondió con la obstinación de un hombre que no se rendía.
—¿Para qué? —soltó Nadia—. ¿Para qué quieres saberlo? Dime… ¿acaso si si la respuesta no es la que quieres escuchar, te vas a encargar de de