Nadia se sobresaltó y giró la cabeza bruscamente. Rowan se dio la vuelta en algún momento y la miró en silencio.
La joven se aclaró la garganta.
—Gracias por… haberte encargado de mí —colocó un mechón de pelo detrás de su oreja—. Aún no sé tu nombre.
Los ojos de Rowan se quedaron en su rostro durante unos segundos, como si estuviera pensando en algo. Luego, se incorporó en la cama y se inclinó hacia ella.
—Rowan —pronunció él, irradiando masculinidad. Éste fue exactamente el nombre que le pidió a Nadia que llamara anoche—. Yo sí sé quién eres, Nadia Bennet —deliberadamente enfatizó su apellido.
El corazón de Nadia dio un vuelco.
—¿Me conoces?
—Te he estado buscando durante más de un mes —reveló—. La fiesta de anoche se realizó para encontrar un hombre para ti, ¿no? —no mencionó cómo lo supo, ni reveló ninguna información más detallada, como tampoco reveló sus antecedentes más complicados. Él optó por ocultarlo, respondiendo con un mensaje aparentemente superficial pero suficiente. El