—¿Y usted cómo sabía eso?— quiso saber Brishen por curiosidad. Lilly se dio la vuelta con una mueca de incomodidad en los labios, bajó la mirada, con las manos juntas. A él le pareció ver en esa actitud a una niña que había sido descubierta en una travesura y temía el reproche. Rio entre dientes. La verdad era que le resultaba demasiado gracioso descubrir ese contraste entre la madre estricta que había sido un momento atrás a la joven mujer que tenía en frente. —¡Ay!¡Qué descaro!— soltó con sinceridad, todavía divertido por la situación— Le dice usted a su chavoro que no esté metiendo la nariz en asuntos ajenos… cuando, resulta que usted estuvo escuchando todo ¿Me equivoco?¿Eh?¿Chavala?Quizás, él esperaba una respuesta o simplemente estaba bromeando. Lilly no estaba segura, aunque podía ver su media sonrisa burlona plantada en su rostro. De todas formas, no respondió, solo se quedó en silencio, preguntándose cómo salir de aquella situación sin parecer irrespetuosa. No había sido
Algo se rompió. De un momento a otro, las risas y las guitarras se callaron. Lilly se dio cuenta que todas las miradas estaban puestas en ella y que Xamara le gritaba furiosa algo que no conseguía descifrar, pues todo lo que escuchaba era el caló. Con las manos juntas sobre su vientre, encogida de miedo intentaba hacer el esfuerzo por entender qué era lo que había hecho mal. Ella solo se había acercado para ayudarla con los platillos.—¿Plañí? ¡Ne soi tu plañí!— escuchó que seguía gritando mientras le hacía señas con la mano —¡Ne me faroles!¡Ne sos men plañí!¡Paya!Lilly se encogió un poco más. De toda esa sarta de palabras escupidas a la cara, lo único que conseguía entender era que, supuestamente, ella era una paya. Buscó con la mirada a Brishen, a Lawrence o… ¡A quién sea! Pero que vinieran rápido y la sacaran de aquel aprieto. Pero, nadie parecía tener la mínima intención de ir en su auxilio. Brishen se había excusado con ir al baño y de Lawrence, ni noticias. Mientras tanto, Lo
«Solo te diré que te cuides de lo que haces… más en esta noche. No sea cosa que te arrepientas de tus tonteras…»Fue lo único que necesitó Brishen para que Xamara dejara de hacer su espectáculo. Sin respuesta alguna, ella se enderezó y, alzando la cabeza para recobrar algo de la dignidad que él le había quitado, se dio la vuelta para irse. Lilly observaba toda la escena con los ojos bien abiertos de sorpresa. Había llegado a entender lo de la yegua y los perros. Pero, no se atrevía a preguntar nada. Vio como Brishen se acercaba a ella y le posaba ambas manos sobre los hombros. —¿Cómo te encuentras?¿No te ha golpeado, verdad?— le preguntó.Lilly pudo ver en sus ojos que realmente estaba preocupado por ella. Casi que daba la impresión de sentir algo de culpa por el incidente. Eso no le agradó, ella no quería causar problemas, ni que se preocuparan más de lo debido. De modo que intentó sonreír para quitar importancia al asunto. —Pues no. Solo me gritó...— informó mientras dejaba que é
En una noche aciaga, de brisa cálida, Lawrence, entrevió en la jara, a la orilla del rio, a una simple muchacha. Una joven gitana.—Mangue Gachi ‘e Lamma— susurró irónico al reconocerla.«Mi mujer de plata»Ya había tomado por costumbre de llamar así a aquella joven de pelo plateado que se bañaba en el arroyo, iluminada por la luz de la luna . Él, no podía (o no quería) apartar la vista de ella, siempre lo hipnotizaba con su presencia.«Este sueño… otra vez. »Advirtió . No era la primera vez que soñaba con ella. Sin embargo, había algo que lo hacia sentir distinto a otros .«Pero… ¿qué?»Ladeó su cabeza a la izquierda, expectante, sin encontrar nada, como ya lo sabia.Llevaba al cinto su daga de mango labrado en plata. Por instinto, bajó su mano a él, buscando ese punto de apoyo que esta la daba. El peligro, se palpaba en el aire. O al menos eso creía.La joven, solo reposaba en una roca, remojando sus pequeños pies en el agua. Una sombra de sonrisa, se dibujaba en su rostro y, sin m
Se había levantado temprano en la mañana, todavía se veía la aurora cuando se puso la faja y se lavó la cara. Pensativa, se llevó una mano a los labios. Él la había…«Ojalá nos volviéramos a encontrar…»Se dijo, recordando aquel sueño. No pudo evitar pensar en aquellos ojos celestes que la miraron y aquellos dedos finos sujetando su cintura. Ojalá, la encontrara, ojalá se la llevara lejos de allí.«No… no debería pensar en estas cosas, solo ha sido un sueño…»Intentó convencerse, cosa que no le era tan fácil. Pero ¿qué más daba? Si ella ese mismo día tendría que conocer a su prometido y alejarse de su gente.Eso la llevó a preguntarse como seria aquel hombre ¿la encontraría atractiva? ¿ella lo encontraría aceptable? Por lo poco que sabia de él, era un hombre huraño de mal carácter, más dado a la soledad de una biblioteca que a la calidez de la vida conyugal.— Oye, deja de tejer musarañas y ayúdame con el desayuno, Lorette…— reprochó con desenfado, una mujer a su lado, Alelí, su herma
Leía sus documentos, leía, leía y los volvía a releer. Pero, su mente no estaba allí y su cerebro no retenía las palabras de aquellos papeles. Suspiró y se tiró con descuido al respaldo de su sofá de terciopelo verde musgo.Buscó sus cigarros y sus fósforos, encendió uno, sin dejar de ojear distraídamente las paginas de aquel documento que llevaba por único fin ponerlo al tanto de uno de los tantos aburridos negocios que su padre deseaba emprender. Los mismos que sabia que fracasarían en menos de dos meses, pero eso era cosa suya de ver como sacarles el jugo y evitar perdidas importantes.Sin embargo, su mente no estaba allí. Caló hondo su cigarro, recostando su cabeza en el cabezal y cerró los ojos.La vio, en aquel arroyo a la luz de la luna, como en el sueño, tan real que casi sentía que podría estirar la mano y tocarla.Suspiró con desgano, deseaba encontrarla, conocerla y, por algún motivo, sentía la necesidad de tenerla a su lado. Pero ¿por donde empezar? Sabia que era gitana, e
Cuando hubo estado a solas, a la hora de la cena, entre papeles y platos con comida casi fría, casi sin tocar. Sin poder concentrarse en su trabajo, Lawrence, se dedicó a darle vueltas a ese sueño tan aterrador que su hermana le había narrado ese mismo día en la mañana.No había dudas de que todo eso era una simple advertencia de lo que se le avecinaba en un futuro muy cercano. Su hermana no lo sabía y, por su bien, esperaba que jamás lo supiera. Pero, lo cierto era que, así como él, ella también poseía grandes aptitudes para la magia y el mundo místico.Aptitudes que debían agradecer a su sangre gitana por parte de su madre. Aunque, para la mayoría de la familia Armstrong, ese lazo, era un vergonzoso secreto que insistían en ocultar ante los ojos de esa sociedad aristocrática.Lawrence puso los ojos en blanco, para luego picar fastidiado la comida con el tenedor. Lo cierto era que no tenía hambre, a menudo, el trabajo y ser consiente de la vida hipócrita a la que se veía obligado a v
—¡Grata alegría, me ha dado al encontrarme…— Exclamó Lawrence, escudándose detrás de una sonrisa que aparentaba seguridad en si mismo —… Aunque, debo confesar que siento pena por el hecho de no haber sido yo quien la haya encontrado, mi bella señora…Lorette podía notar a la perfección que él, por más seguro que se encontraba, solo hablaba con una armadura de cortesía puesta. Supuso que, siendo él, el hijo de un gran aristócrata, esa actitud seria más que habitual en momentos como ese.Ser consciente de esas diferencias, la desilusionaba un poco ¡Cuánto hubiera dado ella porque, él, la abrazase en ese momento! Se lo admitía, irónica como era, después de aquel sueño y tras haber escuchado los consejos de su hermana escritos en las runas, ella se habría atrevido a esperar otro tipo de recibimiento por su parte.«¡Ama eres cuando el niño mama! Después, no ama ni nada… ¡Qué triste realidad es esa! ¿Será que los payos no saben lo que es amar?¿Será que lo he desilusionado con mi baja estatu