—Con florecillas no es tan triste la soledad… con florecillas no es tan triste mirar atrás…— Brishen cantaba en murmullos quedos mientras se entretenía en limpiar su puñal.—… Hay amores de mentira y otros de verdad. Hay caminos que terminan y otros por comenzar…
«Curioso… hacía años que ni me acordaba de esa canción…»
Le dijo, con cierta sorpresa, al ojo que lo observaba a través de la hoja recién pulida. En realidad, él odiaba esa canción y, esto, solo porque le traía malos recuerdos.
—Con florecillas no es tan triste la soledad… con florecillas no es tan triste mirar atrás…— canturreó distraídamente, Lilly, a su espalda, mientras se ocupaba en terminar de zurcir los botones de la camisa que ella había estropeado.
Aun más sorprendido, Brishen levantó la vista arqueando una ceja. Nunca había conocido a nadie que supiera de esa canción. Con la excepción de Helena y Roxana. Pero, pensándolo bien, resultaba bastante lógico que ella supiera la letra. Sonrió ominoso y se dio la vuelta