Acabó sobre la piel morena de su vientre. Por mucho que deseara tener una familia con ella, sabía que no podía cumplirle, por ese motivo, siempre se cuidaba de que no esos accidentes. Se arrodilló sobre la cama y se quedó contemplando a la poca luz que venía de la calle la obra de arte que acababa de hacer.
Ella era la mujer más hermosa que él hubiera conocido jamás. Con su cabellera morena y sus ojos de oliva brillantes en placer. Con su piel morena y esa mirada sonrisa mansa que tanto amaba. Ella era hermosa y, en sus brazos, él era feliz.Se inclinó sobre ella para besarla, susurrándole un “Te amo “ al separarse. Como siempre, ella le correspondió con un simple pero no por eso menos sentido “yo también”. Él sonrió satisfecho y se dispuso a buscar el pañuelo de lino que había dejado en la mesita de luz para poder limpiarla.Ese día no habría muchas palabras de por medio. Ese día prefirieron ocuparlo en amarse todo lo que pudieran. Pues ambos sab