★ Isabella Dorne
Sabía lo que estaba haciendo. Sabía exactamente en qué me estaba metiendo cuando lo miré a los ojos y vi ese brillo de peligro, esa promesa de que si lo seguía, no habría vuelta atrás.
Y eso me encantaba.
El guapo «cuyo nombre aún no sabía y, sinceramente, no me importaba» no era como los hombres que solían cortejarme con palabras dulces o caricias suaves. No, él era otra cosa. Algo más oscuro, más intenso.
Algo que me atraía como una polilla a la llama.
—¿Vienes conmigo o prefieres seguir jugando? —preguntó con su voz grave, rozando la arrogancia.
No le respondí con palabras. Solo me levanté, tomé su copa y di un último sorbo antes de dejarla sobre la mesa.
—Vamos.
Él sonrió, no de una manera tierna o halagada, sino como un depredador que acaba de atrapar a su presa.
La caza terminó. Ahora venía el ataque.
El ascensor del lujoso hotel donde se estaba quedando subía lentamente, pero el aire entre nosotros estaba cargado de tensión.
No había espacio para dudas.
Ni siqu