El silencio se quebró apenas con el roce de sus respiraciones. Bruno la tenía entre sus brazos sobre el sofá, pero no se movía, solo la miraba y ese simple acto, esa mirada suya, era tan penetrante que Melissa sintió que no tenía piel suficiente para contener lo que despertaba en su interior.—Espero que eso quede claro para ti… —murmuró como si fuera una promesa.Ella alzó la mano, temblorosa, y le acarició la mandíbula marcada, bajando por su cuello, donde la piel era tibia, viva y palpitante. Bruno la dejó hacer, hasta que su autocontrol se rompió con una exhalación contenida.La besó, y no fue un beso tímido, fue un beso que hablaba deseo acumulado, de necesidad y de pertenencia. Su lengua buscó la de ella con hambre, con determinación, mientras Melissa gimió suavemente, entretanto, sus dedos se aferraron a su camisa mientras él se hundía más en su boca.Sus cuerpos se pegaron como si el aire no tuviera cabida entre ellos. Bruno se incorporó levemente, cargándola con facilidad, y
Luca corrió escaleras abajo cuando los vio aparecer por la mañana con su niñera, y cuando llegó a ellos, Bruno lo alzó en sus brazos.—Papá… —Bruno lo abrazó con fuerza y dio pequeños besos en sus mejillas.—¿Cómo amaneces, campeón? ¿Cómo dormiste?—¡Bien! Estaba jugando, ¿dónde estaban?Bruno lo dejó en el suelo lentamente y Melissa se apresuró en saludarlo besando sus mejillas.—Tenemos una cita —La sonrisa de Luca fue apenas cuando miró a Melissa.—¿Una cita?—¡Buenos días! —El nonno apareció por detrás saludando y Luca se giró para batir su mano hacia él.—Hola, nonno… —Todos se rieron, aprendía muy rápido, y cuando Lorenzo llegó hasta ellos con el bastón, le hizo una negación a Luca con el dedo.—Se dice: “Bendición, nonno”—Oh… —Luca puso sus manitas atrás—. Bendición, nonno…—Perfecto. Eso está mejor… ¿Ya desayunaron? —Esta vez Lorenzo se refirió a ellos y ambos negaron—. Pues vayan a la cocina, yo iré con Luca al jardín.—¡Si! —Luca no esperó a Lorenzo, salió corriendo por tod
—Meli… —susurró Daniela desde la pantalla, con los ojos brillosos—. No puedo creer que estés ahí, y que no me lo hayas contado… ¿Cómo?—Perdóname, Dani… todo ha sido tan rápido, tan… extraño. A veces ni siquiera yo lo entiendo del todo.—¿Estás bien? —Daniela la miró con atención, como si pudiera adivinar las cosas que Melissa aún no le decía—. ¿De verdad?—Sí… —Melissa sonrió—. Estoy bien, estoy con Bruno —respondió con un suspiro—. Las cosas entre nosotros sucedieron cuando ustedes aún estaban en Lisboa… pero como estabas tan complicada, no pude hablar contigo a tiempo.Daniela se mordió la boca.—Meli… sabes que Bruno también.—Se mucho de él, Dani, no te preocupes.Daniel asintió.—¿Italia? ¡Dios mío! ¿Pero cómo? ¿Y cómo te convenció? —ella se tomó las mejillas—. Víctor solo lo mencionó, tampoco es que sabe mucho…Melissa asintió.—Fue muy rápido, conectamos de inmediato y…—¿Por eso hiciste intensivo? —Y ante la pregunta, Meli sonrió.—Si… además, Bruno necesitaba venir a Italia,
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El
—¿Estás tan desesperada por salir de aquí que pides ayuda al primero que encuentras? —preguntó el hombre con una dureza que la hizo estremecer.—No es desesperación… —respondió ella, con un tono tembloroso pero decidido—. Prefiero irme con el hombre que me defendió, que quedarme aquí.Él la observó en silencio, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto.—Bien, pequeña turista —dijo con sarcasmo.Sin darle tiempo a procesar lo que acababa de decir, el hombre se giró y comenzó a caminar hacia un auto que parecía preparado para él, abriéndole la puerta trasera, dejando una estela de su aroma amaderado y fuerte.Después de cerrarle la puerta, rodeó el auto para sentarse al volante.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó ella mientras él arrancaba el motor.—Eso no importa —todo su cuerpo se estremeció. Sus piernas y muslos estaban expuestos con el vestido corto, mientras el brazo del hombre la rozaba algunas veces—. ¿Sabes siquiera a dónde puedo llevarte?Daniela negó lentamente.—No —
Había un pitido en sus oídos, un tintineo en su cabeza por algunas copas que tomó, y un ceño fruncido cuando intentó abrir los ojos.Daniela se removió en la cama, una cama que estaba frente a un enorme balcón, con una impresionante vista, y luego hizo un gesto lastimero, llevando la mano a su centro.Por un momento todo vino a su cabeza de golpe, y se sentó rápidamente, tomando las sábanas en sus manos y mirando a todas partes.Toda su ropa estaba en el suelo y sus sandalias, pero no había rastros de aquel hombre, ni ninguna de sus prendas.—Oh Dios… —Daniela se levantó, girándose a todos lados y comenzó a colocarse la ropa. Se hizo una coleta en el cabello y caminó por toda aquella planta hasta detenerse bruscamente frente a aquel piano.Miró con horror la sangre seca en las teclas, y allí mismo una nota.“Extranjera, sé que no tienes dinero, así que te dejé un poco”Daniela arrugó la nota en su mano pasando un trago y vio sobre el piano un fajo de dinero. Uno muy grueso con billete
El aire en la mansión Vanderbilt estaba cargado de tensión. Daniela sintió cómo sus piernas temblaban, y sus pies se congelaron al instante en el suelo, incapaces de moverse hacia su madre o siquiera mirar al hombre que, en un giro inesperado del destino, ahora era su hermanastro.El hombre oscuro se quedó allí de pie mirándola, imponente y perfectamente a la altura de las expectativas de cualquier ojo. Su mirada ahora era tan fría como el hielo, pero con un sutil destello de diversión que le heló la sangre.—Daniela, saluda —Marcela tuvo que entrar en escena ante su congelamiento, y cuando ella abrió sus labios, Víctor sonrió diciendo:—Mi nueva hermana… —Titus le sonrió a su hijo y trató de alcanzar su hombro.—Mi hijo es maravilloso, Daniela, seremos una gran familia, y créeme que él podrá enseñarte todo lo que necesitas saber para entender este mundo.Daniela no entendió si era una advertencia en este punto. Lo único que podía pensar y sentir, era un nudo que se le había formado e