Melissa caminó hasta afuera soltando un suspiro largo mientras sentía que estaba llena de Bruno, cuando sus piernas se rozaban debajo del vestido. Estaba temblorosa con el corazón, latiéndole en la garganta y una mezcla absurda de culpa y placer recorriéndole el cuerpo.
No sabía si quería reír, llorar o volver a buscarlo, pero se acomodó como pudo al salir, aunque si el vestido disimulaba, sus ojos debían hablar a kilómetros.
Se sentó rápidamente al ver que Daniela y Víctor bailaban y sonrió al ver a los mellizos.
La piel en su cuello todavía ardía. Su ropa interior estaba en algún rincón de aquella habitación, y Bruno… Bruno no había aparecido por el momento.
El sol caía con suavidad sobre la arena, los invitados reían, las copas tintineaban, y ella… solo buscaba una mirada.
Y la encontró.
Bruno salió con un par de servilletas en la mano y las echó a la basura cuando se acercó donde estaba a ella. No disimulaba. No quería hacerlo. Su sonrisa era tan descarada como lo que acababan de