La mansión sin Bruno se sentía inmensa, silenciosa, y aunque Melissa se había quedado en la mansión con mucha gente rodeándola, nada era igual sin Bruno.
Había pasado un día desde que Bruno se había marchado, y para completar, era sábado, por lo que no debía ir al trabajo, y se había despertado un poco más tarde de lo normal.
El primero en llegar a su cama fue Luca, aún y cuando su nana le había dicho que no la despertara y que ella se haría cargo, Melissa se restregó los ojos y le dijo que no había problema cuando lo abrazó.
—Qué bueno que tú no te fuiste.
Meli miró a Luca y le acarició su carita.
—No, estaremos juntos tú y yo hasta que llegue Bruno.
Luca sonrió asistiendo y ella le preguntó.
—¿Te han gustado todos los de aquí?
—Sí… mi abuelita, el nonno… mi tía Aurora —Melissa sonrió asintiendo.
—Qué bueno, me alegra mucho, de verdad.
—La comida es la mejor… —Ambos rieron y luego ella le pidió unos minutos a Luca para darse un baño y bajar juntos a desayunar.
Se alistó con rapidez,