—¿Estás bien? —Cuando Melissa le preguntó, él parpadeó un poco perdiéndose de la realidad.
La miró detenidamente y soltó el aire.
De alguna forma, el tiempo con Melissa lo había distraído mucho de la realidad, de sus negocios, de su vida cotidiana. Ahora que la observaba, frunció el ceño porque de alguna forma ella le estaba haciendo algo.
Le había hecho algo desde que la vio, pero ahora que podía notar los ojos de muchos sobre ella, tenía una espina que se incrustaba al pensar que alguien pudiera tocarla.
Había mantenido su actitud a raya sobre muchas cosas de su pasado, y sus formas, pero sentí aflorar algo que trataba de no sacar a flote.
Recordaba que no había sido así con Elena, ellos más bien habían tenido una relación muy amistosa, de hecho, como una manera de formar algo. Pero ahora que miraba a su mujer, pensaba que, si alguien llegara a verla con otros ojos que no fueran de admiración, de solo el pensamiento, se le cortaba el aliento.
Tomó su rostro perfecto, y asintió.
—Per