Nebra Spencer, pensaba tener la vida ideal. Un buen trabajo, éxito, y un novio 20 años mayor que ella que la adoraba con el alma. Los problemas inician cuando al fallar sus píldoras anticonceptivas queda embarazada de este hombre, quien no es lo que parece. Federico, al conocer lo sucedido, le exige deshacerse del ser que crece en su interior de cualquier forma, algo que por supuesto, Nebra no hizo, lo que desató la furia de este hombre haciéndola afrontar la dura realidad, y tomar la peor decisión de casi acabar con su vida tras perder al pequeño. Seth Arias, un hombre frío que regresa a su ciudad natal, tras ausentarse por 5 años, encontrando la empresa familiar casi al borde de la quiebra. Por desgracia para asumir la presidencia de esta, solo debe cumplir una cláusula impuesta por su abuelo, la cual consiste en casarse. Salvando a una desconocida, quien intentó quitarse la vida tirándose de un puente, él le exige como compensación ayudarlo en su plan de hacerse con lo que le corresponde, sin saber que ella era… La amante de su padre.
Leer másCapítulo 1— El acuerdo de sus vidas
Narrador Seth estaba de pie frente al altar, sus manos entrelazadas detrás de la espalda para contener el leve temblor que traía la ansiedad. No había amor en este matrimonio, solo un acuerdo frío y estratégico. Para Seth, esto era un trámite, un paso más en el tablero de ajedrez de su vida. O eso había pensado hasta ese momento. El murmullo entre los presentes se apagó cuando un rayo de luz bañó la silueta de su futura esposa. Seth se obligó a respirar, pero el aire le quedó atrapado en el pecho al verla caminar hacia él. El vestido blanco parecía flotar a su alrededor. Su cabello caía en suaves ondas, y un velo delicado enmarcaba un rostro que parecía diseñado para tentar a los hombres. No era solo su belleza lo que lo descolocaba, era algo más profundo, algo que no había anticipado. Su garganta se secó, y un calor extraño subió desde su pecho hasta su cuello y un hormigueo lo recorrió por completo. La lógica y la frialdad que lo habían llevado hasta aquí se desmoronaron en un instante. Seth tragó saliva, forzándose a recordar que esto no era real, que ella era simplemente una pieza más de su estrategia. Pero su cuerpo no parecía entenderlo. Su corazón latía con fuerza, su respiración era irregular y una presión desconocida se asentó en su estómago. Cuando ella llegó al altar y levantó la mirada para encontrarse con la suya, el tiempo pareció detenerse. Por un segundo, Seth olvidó que este matrimonio no era por amor, y su cuerpo, por completo fuera de su control, se inclinó instintivamente hacia ella. — Respira, Nebra… Te ves muy tensa… Pero estás muy hermosa. Apretando sus labios, Spencer trató de parecer serena cuando, en el fondo, solo quería desistir de tal locura, y huir, pero subiendo el par de escalones tomados de la mano, una vez ante el juez del distrito, este se colocó de pie para iniciar — Estando todos presentes, iniciemos Tomando la palabra, el hombre de traje ante ella, empezó su discurso sobre los deberes, y derechos de los futuros esposos, y haciendo la pregunta más importante de sus vidas, el corazón de Nebra casi se detiene. ¿Que si estaba lista para casarse con Seth? Por supuesto que no lo estaba, era solo que no podía desistir justo en ese momento en el que él más la necesitaba. — Señorita, Nebra Spencer, ¿acepta usted como esposo al señor Seth Arias? Para amarlo, y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe. Desviando la vista al hombre junto a ella, Nebra frunció el entrecejo de su frente al escuchar su apellido. ¿Arias? Ella podría asegurar que cuando lo conoció aquel día tormentoso él se presentó como Seth Green, no como Arias. Conectando sus miradas en ese instante, él aclaró su garganta, pensando que ella se arrepentiría de casarse con él, y regresando a la realidad de que todos los presentes se mantenían a la expectativa de la respuesta, asintió antes de decir — Acepto... Acepto a Seth Arias como mi esposo. Pensando que algo no andaba bien del todo, Nebra tragó el nudo en su garganta mientras el juez del distrito se centraba en su futuro esposo, quien se mantenía imperturbable a su lado luciendo un traje negro que lo hacía ver más apuesto de lo usual, y llegando su turno de hablar, volvió a preguntar — Señor Seth Arias, ¿acepta como esposo a la Señorita Nebra Spencer? Para amarla, y respetarla, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe. Sin titubear siquiera unos segundos, Seth asintió, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios al ver que estaba cada vez más cerca de obtener lo que le pertenecía, y reteniendo el aire, respondió — Por supuesto que sí. Acepto a Nebra. Diciendo eso último, observándola a ella, los presentes a sus espaldas murmuraron un poco antes de seguir, y juntando sus manos, el juez, frente a ellos, concluyó. — Siendo así... Por el poder que me confiere el estado, teniendo a estas personas como testigos. Yo los declaro marido, y mujer. Señor Arias, puede besar a su esposa Girándose un poco, los dos quedaron uno frente al otro. Nebra sintiendo cómo sus piernas empezaban a temblar, por más que Seth la había ayudado cuando casi se quita la vida, jamás lo había mirado con otros ojos que no fueran como su salvador. Ahora no solo tendría que fingir ser su esposa, sino que también tenía que besarlo ante todos. Elevando su mano despacio, un poco temeroso por su rechazo, Seth Arias acarició la mejilla de Nebra como venerándola antes de besarla, y empezando a acortar la distancia entre los dos, murmuró antes de juntar sus labios — Lo siento, Nebra... Pero debo hacer esto. Uniendo sus labios, estos se encontraron en un ardiente roce que hizo sus corazones agitarse, y tomando a Nebra por la cintura, Seth la atrajo a su cuerpo para evitar que escapara de él. Se supone que él se casaba con ella por amor, no por un acuerdo que los beneficiaría a ambos, por lo que tenía que mantenerse en el papel de hombre enamorado. Sintiendo cómo el tiempo se detenía, y los presentes desaparecieron. Sin apartarse de él, Nebra rodeó el cuello de Seth con sus manos, mientras escuchaba cómo los aplausos inundaban el salón, y siendo golpeada por la realidad, reaccionó cuando el beso se tornó intenso. — Ante ustedes, los señores Arias. Girándose hacia los presentes, quienes aplaudían, por primera vez desde que llegó, Nebra observó a los invitados, y encontrando entre ellos a una persona muy conocida para ella, palideció enseguida. ¿Qué se suponía hacia él allí? ¿Cómo fue qué…? Sin despegar la mirada de Federico, quien la observaba de la misma manera, pero molesto, Nebra apretó la mano de Seth que se encontraba a su lado, e inclinándose solo un poco hacia ella, al ver que algo le inquietaba, preguntó — ¿Estás bien, Nebra? Estás pálida. Apretando sus labios mientras sus piernas no dejaban de temblar, Nebra forzó una sonrisa antes de asentir, y empezando a acercarse a ellos los presentes, la primera en felicitarlos fue la madre de Seth. — ¿Nebra? Es un placer conocer a la esposa de mi hijo, aunque me hubiese gustado que fuera en otra ocasión, y no el día de su boda. Mi nombre es Liliana. Abrazándola sin previo aviso, tomándola por sorpresa, a la mente de Nebra llegaron los recuerdos de aquel oscuro día, en donde descubrió el engaño del hombre que amaba, quien se encontraba casado con la mujer ante ella, y liberando un sollozo, entendió que este tipo era el padre de Seth. — Él es mi esposo, el padre de Seth... Federico Arias. Sintiendo un enorme nudo formarse en su garganta, Nebra desvió la vista a su esposo, quien se hallaba rodeado de invitados, y obligándose a sonreír para no exponer al hombre frente a todos, dijo — Un placer, señor Arias. Respondiendo de la misma forma, manteniéndose en el papel de padre amoroso, Federico le extendió la mano a Nebra quien la tomó sin otra salida, y sonriendo abiertamente, él respondió. — El placer es mío, Nebra. Es evidente que mi hijo tiene buen gusto, su esposa es hermosa. Sintiendo sus ojos cristalizados, Nebra apretó sus labios conteniéndose para no abofetearlo allí mismo, por lo que le hizo, e interviniendo la madre de Seth, la invitó. — Pero mejor tomemos asiento, tenemos tanto de que hablar. Necesito conocer a la mujer que estará junto a Seth por el resto de su vida. Sin poder dejar de mirar a Federico, los recuerdos amargos la invadieron, e iniciando la fiesta, Nebra tuvo que seguir en el papel de esposa cuando en verdad quería que la tierra se abriera, y se la tragara viva.Capítulo 104—Extra luna de miel Narrador La música empezó suave, luego se hizo más animada. Las luces se encendieron, los brindis se multiplicaron, y poco a poco la ceremonia dio paso a la celebración. Lilian y Magnus fueron los primeros en abrir la pista, con un baile lento que no necesitaba coreografía, solo miradas. Luego se sumaron los demás, entre risas, pasos torpes y copas que se alzaban una y otra vez. Nebra y Seth bailaron también. No tanto por la música, sino por el placer de tenerse cerca sin necesidad de palabras. Durante un momento, entre las vueltas y las risas, él la tomó por la cintura y le susurró: —Ya casi es hora. Ella asintió. Un rato más tarde, se retiraron del salón para cambiarse. Nebra se puso unos jeans, sudadera y zapatillas. Seth se quitó el saco, aflojó la camisa y peinó hacia atrás el cabello. Salieron tomados de la mano, despidieron a los más cercanos entre abrazos y bromas, y subieron al coche que los esperaba para llevarlos directo al aeropuerto y
Capitulo 103— Extra renovación de votosNarrador Mientras las charlas seguían cruzándose entre platos y brindis, Seth se inclinó discretamente hacia Nebra, que estaba sentada a su derecha. Le rozó el cuello con un beso suave, casi imperceptible para los demás, y luego le susurró al oído con una voz que solo ella pudo oír:—Nosotros no tuvimos una boda con amor… ya estamos casados como para hacerlo, además era otra cosa. Pero me encantaría que hiciéramos una ceremonia. Una de verdad, una que nos una realmente, que signifique algo, que nos ayude a dar vuelta la página de forma definitiva y que ya no miremos hacia atrás. Por lo que sentimos hoy.Nebra giró el rostro apenas, lo suficiente para encontrar su mirada.—¿Una renovación de votos? —preguntó en voz baja, con una sonrisa que se le escapó antes de poder contenerla.Seth asintió, con esa media sonrisa suya que aún lograba desarmarla.—Sí. Y después… podríamos irnos por fin a una verdadera luna de miel, al lugar del mundo que tu qui
Capítulo 102—Extra Magnus y Lilian Narrador Lilian estaba de pie frente al espejo del dormitorio, aún descalza, con el vestido ya puesto y el corazón acelerado. El modelo era sencillo, elegante, con un escote que marcaba su figura y una abertura lateral que dejaba ver parte de su pierna al moverse. No era un vestido blanco tradicional. Era marfil, fluido, con una caída suave y provocadora. Justo lo que había querido: algo sobrio pero con un toque sensual. Algo que dijera “soy una mujer con historia... y hoy me caso”. El problema era el cabello. O, mejor dicho, sus manos temblorosas y la desesperación de sus nueras por ayudarla.—No puedo con esto —se quejó, quitándose una horquilla por quinta vez —Parezco una loca que se peleó con un mapache.Nebra, agachada junto a ella intentando colocarle una pulsera fina en el tobillo, levantó la vista con paciencia.—Estás hermosa, Lilian. Solo estás nerviosa. Y es normal, es un día importante.—¿Importante? Me caso en menos de una hora y tengo
Capítulo 101— Extra Simón y Dalia IISimón la tenía atrapada entre sus piernas, el torso desnudo pegado a su espalda, la boca prendida a su cuello como si necesitara beber de ella para sobrevivir. Dalia jadeaba con los ojos cerrados, perdida en la presión de sus manos, en esa lengua que la recorría sin misericordia.—Sabías perfectamente que no iba a dejarte sin castigo, me conoces lo suficiente —le murmuró con la voz grave, áspera de deseo —Un castigo, Dalia… uno que no vas a olvidar.Ella sonrió, apenas. Pero ni siquiera tuvo tiempo de responder. Simón ya la estaba girando, sujetándola con una firmeza que no daba lugar a dudas. La dejó de espaldas contra el suelo, su cuerpo cubriendo el de ella, sus rodillas abriéndole las piernas con una autoridad feroz.—Vas a pagarme con el cuerpo —susurró contra sus labios, y la besó como si fuera a devorarla. No hubo ternura, solo fuego. Lenguas que se devoraban, dientes que marcaban, manos que bajaban por su vientre como cuchillas ardiendo.Se
Capítulo 100— Extra Simón y Dalia INarradorEl centro comercial rebosaba de familias, música ambiental y luces suaves. Simón y Dalia caminaban por el pasillo principal, cargando ya dos bolsas con ropa diminuta, mantas suaves y un móvil musical para la cuna. Frente a ellos se abría una tienda enorme de artículos para bebé, y ambos se detuvieron al ver una vitrina llena de zapatitos minúsculos que apenas cabían en la palma de la mano.—Mira eso —dijo Dalia, con una sonrisa que se le escapó sin permiso —¿Quién necesita unos zapatos tan pequeños?—No lo sé, pero están endemoniadamente caros para lo poco que duran —contestó Simón, con media sonrisa —¿Pero viste este gorrito? Tiene orejitas, orejitas, Dalia. Me siento emocionalmente manipulado.Ella soltó una risa. Y fue entonces que él la miró. No una mirada casual, ni de esas de “estás diciendo algo gracioso”, sino una mirada que se sostuvo unos segundos más de lo necesario. Como si las palabras que le rondaban la lengua pesaran demasiad
Capítulo 99— Te amoNarradorSeth se frotó el rostro con ambas manos, intentando contener las lágrimas antes de que lo vencieran del todo. Luego se frotó la cabeza, pasándose los dedos por el cabello, agitado, como si no encontrara forma de acomodar lo que sentía.—Estaba abrumado, sí... muy abrumado —dijo finalmente, con la voz rasposa —¿Cómo se supone que debía reaccionar, Nebra? —Ella lo observó con atención, sin interrumpirlo. —Me enteré de que el hijo de puta que te arruinó la vida... el mismo por el que estuviste a punto de tirarte de un puente... —hizo una pausa, y su sonrisa se torció en algo frío y lleno de rencor —Era mi padre. —Se rió. No por humor, sino porque no había otra forma de escupirlo sin partirse. —Padre —repitió, con ese tono áspero que le raspaba la garganta —Qué palabra tan jodidamente sucia cuando la llenan de mentiras.Nebra frunció levemente el ceño. Lo miró con desconcierto, como si no terminara de comprender a qué se refería. Seth notó la confusión en su r
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