Mundo ficciónIniciar sesiónNebra Spencer, pensaba tener la vida ideal. Un buen trabajo, éxito, y un novio 20 años mayor que ella que la adoraba con el alma. Los problemas inician cuando al fallar sus píldoras anticonceptivas queda embarazada de este hombre, quien no es lo que parece. Federico, al conocer lo sucedido, le exige deshacerse del ser que crece en su interior de cualquier forma, algo que por supuesto, Nebra no hizo, lo que desató la furia de este hombre haciéndola afrontar la dura realidad, y tomar la peor decisión de casi acabar con su vida tras perder al pequeño. Seth Arias, un hombre frío que regresa a su ciudad natal, tras ausentarse por 5 años, encontrando la empresa familiar casi al borde de la quiebra. Por desgracia para asumir la presidencia de esta, solo debe cumplir una cláusula impuesta por su abuelo, la cual consiste en casarse. Salvando a una desconocida, quien intentó quitarse la vida tirándose de un puente, él le exige como compensación ayudarlo en su plan de hacerse con lo que le corresponde, sin saber que ella era… La amante de su padre.
Leer másCapítulo 104—Extra luna de miel Narrador La música empezó suave, luego se hizo más animada. Las luces se encendieron, los brindis se multiplicaron, y poco a poco la ceremonia dio paso a la celebración. Lilian y Magnus fueron los primeros en abrir la pista, con un baile lento que no necesitaba coreografía, solo miradas. Luego se sumaron los demás, entre risas, pasos torpes y copas que se alzaban una y otra vez. Nebra y Seth bailaron también. No tanto por la música, sino por el placer de tenerse cerca sin necesidad de palabras. Durante un momento, entre las vueltas y las risas, él la tomó por la cintura y le susurró: —Ya casi es hora. Ella asintió. Un rato más tarde, se retiraron del salón para cambiarse. Nebra se puso unos jeans, sudadera y zapatillas. Seth se quitó el saco, aflojó la camisa y peinó hacia atrás el cabello. Salieron tomados de la mano, despidieron a los más cercanos entre abrazos y bromas, y subieron al coche que los esperaba para llevarlos directo al aeropuerto y
Capitulo 103— Extra renovación de votosNarrador Mientras las charlas seguían cruzándose entre platos y brindis, Seth se inclinó discretamente hacia Nebra, que estaba sentada a su derecha. Le rozó el cuello con un beso suave, casi imperceptible para los demás, y luego le susurró al oído con una voz que solo ella pudo oír:—Nosotros no tuvimos una boda con amor… ya estamos casados como para hacerlo, además era otra cosa. Pero me encantaría que hiciéramos una ceremonia. Una de verdad, una que nos una realmente, que signifique algo, que nos ayude a dar vuelta la página de forma definitiva y que ya no miremos hacia atrás. Por lo que sentimos hoy.Nebra giró el rostro apenas, lo suficiente para encontrar su mirada.—¿Una renovación de votos? —preguntó en voz baja, con una sonrisa que se le escapó antes de poder contenerla.Seth asintió, con esa media sonrisa suya que aún lograba desarmarla.—Sí. Y después… podríamos irnos por fin a una verdadera luna de miel, al lugar del mundo que tu qui
Capítulo 102—Extra Magnus y Lilian Narrador Lilian estaba de pie frente al espejo del dormitorio, aún descalza, con el vestido ya puesto y el corazón acelerado. El modelo era sencillo, elegante, con un escote que marcaba su figura y una abertura lateral que dejaba ver parte de su pierna al moverse. No era un vestido blanco tradicional. Era marfil, fluido, con una caída suave y provocadora. Justo lo que había querido: algo sobrio pero con un toque sensual. Algo que dijera “soy una mujer con historia... y hoy me caso”. El problema era el cabello. O, mejor dicho, sus manos temblorosas y la desesperación de sus nueras por ayudarla.—No puedo con esto —se quejó, quitándose una horquilla por quinta vez —Parezco una loca que se peleó con un mapache.Nebra, agachada junto a ella intentando colocarle una pulsera fina en el tobillo, levantó la vista con paciencia.—Estás hermosa, Lilian. Solo estás nerviosa. Y es normal, es un día importante.—¿Importante? Me caso en menos de una hora y tengo
Capítulo 101— Extra Simón y Dalia IISimón la tenía atrapada entre sus piernas, el torso desnudo pegado a su espalda, la boca prendida a su cuello como si necesitara beber de ella para sobrevivir. Dalia jadeaba con los ojos cerrados, perdida en la presión de sus manos, en esa lengua que la recorría sin misericordia.—Sabías perfectamente que no iba a dejarte sin castigo, me conoces lo suficiente —le murmuró con la voz grave, áspera de deseo —Un castigo, Dalia… uno que no vas a olvidar.Ella sonrió, apenas. Pero ni siquiera tuvo tiempo de responder. Simón ya la estaba girando, sujetándola con una firmeza que no daba lugar a dudas. La dejó de espaldas contra el suelo, su cuerpo cubriendo el de ella, sus rodillas abriéndole las piernas con una autoridad feroz.—Vas a pagarme con el cuerpo —susurró contra sus labios, y la besó como si fuera a devorarla. No hubo ternura, solo fuego. Lenguas que se devoraban, dientes que marcaban, manos que bajaban por su vientre como cuchillas ardiendo.Se
Capítulo 100— Extra Simón y Dalia INarradorEl centro comercial rebosaba de familias, música ambiental y luces suaves. Simón y Dalia caminaban por el pasillo principal, cargando ya dos bolsas con ropa diminuta, mantas suaves y un móvil musical para la cuna. Frente a ellos se abría una tienda enorme de artículos para bebé, y ambos se detuvieron al ver una vitrina llena de zapatitos minúsculos que apenas cabían en la palma de la mano.—Mira eso —dijo Dalia, con una sonrisa que se le escapó sin permiso —¿Quién necesita unos zapatos tan pequeños?—No lo sé, pero están endemoniadamente caros para lo poco que duran —contestó Simón, con media sonrisa —¿Pero viste este gorrito? Tiene orejitas, orejitas, Dalia. Me siento emocionalmente manipulado.Ella soltó una risa. Y fue entonces que él la miró. No una mirada casual, ni de esas de “estás diciendo algo gracioso”, sino una mirada que se sostuvo unos segundos más de lo necesario. Como si las palabras que le rondaban la lengua pesaran demasiad
Capítulo 99— Te amoNarradorSeth se frotó el rostro con ambas manos, intentando contener las lágrimas antes de que lo vencieran del todo. Luego se frotó la cabeza, pasándose los dedos por el cabello, agitado, como si no encontrara forma de acomodar lo que sentía.—Estaba abrumado, sí... muy abrumado —dijo finalmente, con la voz rasposa —¿Cómo se supone que debía reaccionar, Nebra? —Ella lo observó con atención, sin interrumpirlo. —Me enteré de que el hijo de puta que te arruinó la vida... el mismo por el que estuviste a punto de tirarte de un puente... —hizo una pausa, y su sonrisa se torció en algo frío y lleno de rencor —Era mi padre. —Se rió. No por humor, sino porque no había otra forma de escupirlo sin partirse. —Padre —repitió, con ese tono áspero que le raspaba la garganta —Qué palabra tan jodidamente sucia cuando la llenan de mentiras.Nebra frunció levemente el ceño. Lo miró con desconcierto, como si no terminara de comprender a qué se refería. Seth notó la confusión en su r
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