‘‘Quizás sea más fácil si tú me diriges ‘‘dice. Toma mi mano y rodea con ella su polla, muy dura y muy hinchada.
¡Ay, muchacho! Su respiración se entrecorta y mi corazón se detiene cuando mis dedos lo agarran.
Vaya, ¿quién lo diría?
Su polla se sacude. Es una piel caliente y suave, por no hablar de su tamaño. Se me hace la boca agua. ¡Collin es enorme! Reprimo mi deseo de explorar. ¡Vaya, de quién fue la idea clínica? ¡Es eso siquiera posible! Otra oleada de calor inunda la parte inferior de mi cuerpo, mis músculos se tensan en anticipación de lo que está por venir.
Levanto la vista y miro a Collin a los ojos. Sus ojos se han oscurecido con mi tacto y sus pupilas se han dilatado. Podría ahogarme en esas piscinas. Me alegro de que no sea un lector de mentes.
‘‘Está bien ‘‘digo’‘. Hagámoslo. Muevo mi trasero hacia adelante, alineándolo con mi entrada. Él continúa sosteniéndose sobre sus antebrazos, con los músculos tensos.
Me duele la entrada. Sé que mi cuerpo está más que preparado par