Le agarro la barbilla y le inclino la cabeza para darle un beso más apasionado en los labios. ‘‘No tienes nada que temer. Estás atrapada conmigo. No me importa si eres mi asistente personal, mi oficial de comunicaciones o mi calientacamas. Yo soy...
Ella me da una palmada en el brazo, entrelazando sus manos detrás de mi cabeza.
“¿Es así? ¿Calientacamas?”
Me doy la vuelta, me dejo caer en el asiento junto a ella y la atraigo hacia mis brazos.
‘‘Lo que quería decir ‘‘digo mientras le acaricio el cuello’‘ es que no me importan los títulos siempre que estés en mi vida.
‘‘Bueno, estás atrapada conmigo y nuestro pequeño frijol ‘‘dice, tomando mi mano y colocándola sobre su estómago.
"Ya no estoy segura de que sea un frijol. Es más bien del tamaño de un maní", digo, acariciando suavemente el lugar donde crece la vida que hemos creado. Su cuerpo cambia semana a semana, resaltando el milagro.
‘‘Es cierto, y pronto él o ella será una bola de bolos. Ya no somos un secreto.
Su accidente nos delat