A pesar de que mi cuerpo no quería responder, no dejé que la ansiedad me invadiera y me giré lo más tranquila que pude , para ver parado frente a mi al mismísimo Kim Collins.
– Buenas señor Collins, cuanto tiempo – sonreí para parecer calmada.
– Luar desde cuándo estás aquí? – preguntaba acercándose a mi.
Mi reacción fue dar dos pasos hacia atrás y él se percató por lo que se quedó donde estaba.
– Solo estoy de paso resolviendo unos inconvenientes – respondí tajante.
– ¿Y el pequeño o la pequeña, está contigo?
– Es un niño y no, no lo traje conmigo – no quería que se enterara de que Ethan estaba en el país.
– Y porque no te creo? – dijo alzando una de sus cejas.
– Pues crea lo que se le dé la gana, está en su derecho – me preguntaba de dónde había sacado la valentía para hablarle así a Kim, pero no podía parecer débil, no soy la misma de antes y eso tiene que saberlo.
– Además de tu aroma, se siente el de un niño, un rico olor a chocolate con leche – sonrió.
– Porque solo llevo separa