Luego de aquella noticia, Kim salió de casa de los Brown como alma que se lleva el diablo, a pesar de que estuvo de acuerdo con todo, su furia aumentaba con el pasar del tiempo, su padre le iba a explicar el porqué de aquello y tendría que darle algo que realmente lo convenciera, porque si no terminaria con aquella falsa inmediatamente.
Al llegar a casa de su padre entró gritando el nombre de aquel maldito hombre.
– Oliver Collins – decía a toda voz.
– Señor su padre se encuentra ocupado en su despacho con un invitado importante – le explicaba nana, la mujer que lo había criado.
– Quiero verlo ahora nana – sus pupilas se encontraban dilatadas y mantenían la furia reflejada en ellos.
– Pidió que no lo molestaran.
– No me importa nana – diciendo esto se dispuso a caminar al despacho de su padre cuando sintió que le agarraban del brazo.
– Por favor señorito primero cálmese – le rogaba la pequeña señora que había cuidado de él y sabía lo peligroso que podría llegar hacer Kim cuando se enc