Luna corrió rápidamente hasta salir de la villa y llegar al jardín. Allí se encontró con una sirvienta y le preguntó sobre el lugar de la cena. Resulta que el banquete de esta noche se celebraba en el centro del jardín, lo que explicaba por qué no había visto a nadie dentro de la villa.
Según la descripción de la sirvienta, debía atravesar el centro de la villa y caminar hacia el patio trasero para llegar al lugar del evento. Se dio cuenta de que había ido en la dirección equivocada. Aunque temía volver a encontrarse con aquel viejo lascivo y con Julio, no tenía más remedio que regresar. Atravesó el alto vestíbulo, siguiendo los arcos circulares y las esquinas de piedra, caminando sobre el suelo de mármol negro, mientras se movía entre los lujosos candelabros de cristal que adornaban el salón, hasta llegar a la parte trasera.
Al empujar la puerta, se encontró con un espectáculo deslumbrante. Lo primero que vio fue una enorme piscina. El agua azul, contrastando con la oscuridad de la no