Capítulo 76

El silencio se prolongó, denso y pesado.

Miranda se quedó pasmada. Al igual que Guillermo, tenía la vista clavada en la conversación del chat, olvidándose de arrebatarle el celular. Por suerte, treinta segundos después, la pantalla se bloqueó sola.

La mirada de Guillermo se despegó con lentitud de la pantalla y se posó en la cara de Miranda, tan delicada como confundida. La examinó con detalle, milímetro a milímetro, como si quisiera descifrar qué clase de vínculo podía existir entre esa cara tan radiante y la descripción de una “inocente universitaria”.

Miranda se quedó sin palabras.

Se enfrentaron en silencio durante un minuto que pareció una eternidad. Justo cuando pensaba que su trágico destino era morir de pura vergüenza dentro de ese carro de lujo, por fin llegaron al hotel.

En el instante en que el carro se detuvo, Miranda ni siquiera esperó a que el valet le abriera la puerta; salió disparada por su cuenta.

Cabizbaja, se puso de prisa los lentes de sol y entró a grandes zancad
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