Capítulo 37: dar placer a...
Sibelle
Y le oro al Señor para que toque su corazón, que se vuelva más humano.
Después de terminar de comer, me limpia la boca como se haría con un bebé y luego me pregunta si quiero beber algo en particular:
- No, estoy bien, no tengo ganas de nada.
- Toma de todos modos, un helado de chocolate.
- ¿Por qué me preguntas si es para darme algo más de comer?
- Vas a cuidar tu lenguaje, jovencita. Abre la boca, haaaa...
¡Señor! ¿está seguro de que está bien?
¡Acabo de decirle que no quiero comer más! ¿Es sordo o lo hace a propósito?
Lo miro de reojo, pero aún así abro la boca para que me alimente. Un primer bocado, luego un segundo, y un tercero. En el cuarto, me niego a abrir la boca.
- No tengo más hambre. No puedo tragar nada.
Finalmente capitula, y me limpia la boca antes de levantarse y ayudarme a hacer lo mismo.
- Puedo arreglármelas sola, gracias, puedes ir a tu cita.
- Sé muy bien que puedes arreglártelas sola. Muy bien, te dejo. Jenifer, ¿quieres acompañarme y esperar mientras ha