Sibelle
– Vas a abrir bien los ojos y a verme darle placer a otra mujer mientras me corro.
– ¡No me voy a quedar aquí, eso jamás!
– Eso está por verse.
Cierra la puerta con llave y saca unas esposas, escondidas en uno de los cajones. Se acerca a mí. Jennifer sigue desnudándose sin prestarnos atención.
Me atrae hacia él, me levanta y me arroja sobre la cama. Intento levantarme, pero él se abalanza sobre mí. Se posiciona encima de mí, agarra mis dos manos y las aprisiona a ambos lados de la cama, esposándolas por encima de mi cabeza. Me debato como puedo, pero no logro liberarme. Estoy agotada, mi corazón late a mil, sudo. Y él, después de atarme, se levanta y empieza a desvestirse.
– No voy a mirar tus cochinadas con otra, prefiero que me saquen los ojos.
– Todavía puedo acceder a tu petición. Si estás segura de ti, eso no me impedirá seguir tomándotela tan a menudo como quiera.
– Te odio, ¡te odio tanto! Si pudieras imaginarlo, no querrías imponerme tu presencia.
– Es tu elección odi