Sibelle
- Sí, siempre tiene la nariz metida en los libros en su oficina, me pregunto si tiene tiempo para dormir un poco. Háblale un poco, dile que el trabajo no se va a ir, puede salir un poco, le hará bien.
- De acuerdo, Luce, me gusta ese diminutivo. Le hablaré.
- Muchas gracias.
Voy a buscar a Andréa, que como dijo Luce, se encuentra en su oficina, revisando las cuentas. Me acerco despacio detrás de ella y la hago saltar al cerrar bruscamente el gran libro frente a ella.
- ¡Sibelle! ¿Quieres matarme o qué? ¡Qué susto me has dado!
- Está bien por hoy, no abras más ese libro en todo el día de hoy y mañana.
- ¿Dónde has estado todo este maldito día? ¡Te llamé varias veces!
Le hago una sonrisa angelical y le pregunto:
- ¿Adivina a dónde he ido?
- Sabes que odio estas adivinanzas, ¡así que dímelo! ¿Dónde has estado?
- ¡Tengo la impresión de escuchar a mi madre regañándome! Bueno, pequeña traviesa, como no quieres jugar al juego de adivinar, no sabrás nada.
Ella hace un puchero.
- Muy b