El águila real
- Entonces, ¿preferiste traicionarme a mí? ¿Preferiste traicionar a quien te da de comer a ti y a tu familia? Tomaste la peor de las decisiones. Podrías haber venido a buscarme, podríamos haber intentado recuperar a tus hijos. ¿Crees que te los van a dar?
¿Quién te contactó?
- No lo sé, señor, me contactaron con un teléfono prepago.
La voz estaba enmascarada, me mostraron a mi hijo en su mano, que lo iban a matar si no ejecutaba sus órdenes.
- Dame tu teléfono con el que te llamaron.
Me tiende el teléfono, llamo a mi especialista en informática.
- Rayane, te envío un número, intenta rastrear todas las llamadas realizadas por ese número y averigua a quién pertenece.
- De acuerdo, jefe, te regreso.
Le envío el número. Y me vuelvo hacia el jefe de obra.
- Pongan todo en orden antes del final del día, quiten la pintura y todo lo que va con ello.
- Pongan todo en orden antes del final del día, quiten la pintura y todo lo que va con ello.
- Como si ya estuviera hecho, señor.
Me quedo con ellos todo el día para realizar algunas verificaciones antes de retomar el camino.
Sibelle
- Gracias por los consejos, debo irme a dormir, mañana tengo cita con su secretaria para ir a la empresa.
- Hasta mañana, mi vida.
Subo a acostarme, pero no tengo sueño, pienso en todo lo que me dijo. Y tiene razón en todo: el vino está servido, hay que beberlo.
Ya estoy en la boca del lobo, todo lo que puedo hacer ahora es sufrir lo menos posible. Quiera o no, él hará de mí lo que quiera.
Voy a aplicar los consejos de mi hermana, ella sabe más que yo.
Haré que me aprecie, que haga mis cuatro voluntades, que me mime, que me ame. Sé que sueño en grande. Si tengo que morir, que sea siendo feliz. Lucharé para deshacerme de todas esas mujeres.
Es cierto que recién llego, pero no puedo concebir que me pueda contagiar una enfermedad con esa manía que tiene de tener varias mujeres.
Es con este pensamiento que me duermo.
Me despierto por la mañana, me levanto de la cama para ir a lavarme con resoluciones. En todo hay que tener ambiciones y objetivos. Conozco mis objetivos y debo hacer todo lo posible para alcanzarlos. Después de vestirme como mujer de negocios: en un traje negro, una chaqueta con un pantalón debajo. Como ropa interior, encaje blanco. Bajo al comedor con confianza, encuentro a Aïcha sola en la mesa. Jenifer sigue enferma.
- Buenos días, Aïcha, ¿has dormido bien?
Ella me mira y no me responde. ¡Yo que pensaba que era amable! Eso demuestra que es una hipócrita, frente a este águila, finge ser amable y comprensiva. Estoy seguro de que es el diablo encarnado bajo esa amabilidad. Hay que tener cuidado con este tipo de personas, son las más viciosas.
- ¿Eres muda o has perdido la lengua?
- ¡Tú! La arribista, sabe dónde te metes, ¡no me provoques! Si no, lo lamentarás.
- ¡Ja, ja, ja! ¿Crees que me das miedo? ¡Qué buena broma! Cuando te saludo, tómate la molestia de responderme. Si tú eres feliz de estar aquí, no es mi caso, no estamos al mismo nivel, si te gusta ser una prostituta de lujo, no es mi caso, así que no nos metas en el mismo saco.
- Pero pareces olvidar algo, preciosa, que lo quieras o no, tú también eres una prostituta de lujo, como yo.
Me duele porque ella ha dado en el clavo: quiera o no, soy como ella: una prostituta de lujo. Busco rápidamente una respuesta para tener la última palabra:
- Salvo que yo estoy en el mismo piso que él, estoy en sus apartamentos.
Dime, ¿dónde dices que estás? Oh, recuerdo, estás en el piso de abajo, ¡el piso de las amantes! (un punto para mí)
Me cuesta entender que estamos disputando a un hombre que no nos valora.
Desayuno furiosa.
Odió esos discursos inútiles, sin valor real.
Le pregunto a la gobernanta si la secretaria del señor ha llegado, me dice que sí, que me espera en mi nueva oficina para ir a trabajar. Me muestra la oficina en cuestión, que está a dos pasos de la oficina del señor.
Entro en la oficina, es realmente magnífica, todo tiene un color refrescante, de un blanco inmaculado, con una decoración minimalista.
- Buenos días, señorita.
- Buenos días, jefe, espero que haya dormido bien.
- Sí, gracias, pero ¿por qué me llamas jefe? Soy una empleada como tú. ¿Podemos tutearnos?
- Por supuesto, señora, ¿puedo llamarte señora en lugar de jefe?
- No, llámame Sibelle, y tú, ¿cuál es tu nombre?
- Me llamo Nicolle, seré tu asistente personal desde hace un tiempo, según las órdenes del jefe.
- Muy bien, ¿cuál es el programa para hoy?
- Vamos a visitar dos empresas, estas empresas son de contabilidad y control de finanzas. Verás un poco cómo trabajan y después serás responsable de controlar, verificar todos sus trabajos, especialmente los relacionados con las empresas del águila.
Porque no solo hacemos la contabilidad de estas empresas, también gestionamos la contabilidad de varias otras empresas.