El águila
La miro salir de la ducha, las gotas de agua en su cuerpo, desearía ocupar su lugar. Le extiendo una braga y una blusa que ajusta bien su pecho.
- Vístete.
Ella me da la espalda para poder vestirse.
- La primera regla: nunca debes sentir vergüenza de mí.
- La segunda regla: siempre debes vestirte frente a mí y sin darme la espalda. Así que mira aquí y quítate la toalla para vestirte.
Ella me enfrenta y se desata la toalla, miro su cuerpo desnudo frente a mí: sus enormes pechos bien firmes que me tienden la mano, sus nalgas que se pueden ver detrás de ella, intenta ponerse rápidamente su braga.
- Detente.
Ella se detiene y me mira con una pregunta muda.
- Gira sobre ti misma para que contemple tu cuerpo.
Ella gira sobre sí misma y aprecio a esta magnífica diosa frente a mí.
- Eres hermosa, querida.
Ella no me responde.
- Acércate que te ayude a vestirte.
Ella se queda bloqueada, sin querer acercarse.
- Regla n. 3: siempre haz lo que te pido. Acércate.
Ella viene dócilmente hacia mí.
- Si hago todo lo que me pides, ¿dejarás en paz a mis padres?
- Sí, después del desayuno los llamarás para decirles que conseguiste un muy buen trabajo, y que cada semana les enviarás 1500 dólares. En mis investigaciones, he visto que tu madre tiene una enfermedad que requiere una operación quirúrgica. Ese dinero podrá ayudarles después de la operación.
Ella se acerca a mí, y yo tomo su ropa interior, que sostengo pidiéndole que levante una pierna para poder ponérsela.
- Pero nos dijeron que la operación debe hacerse en la Ciudad de México.
Sigo ayudándola a vestirse.
- Enviaré a los mejores médicos al hospital donde ella está siendo tratada.
Termino de vestirla.
- No tienes que agradecerme, es un placer ayudar a mi compañera.
- ¿Compañera?
- Regla n. 4: serás sorda y muda, no dirás nada de lo que veas y oigas aquí.
- Está bien, señor.
- Ven.
Nos dirigimos a otra habitación en mi piso. Entramos.
- Aquí es el lugar donde haremos nuestras sesiones, he acondicionado esta habitación esta noche.
- ¿Sesión, sesión de qué?
La miro, ¡es tan inocente!
- Ven, sígueme.
Vamos a mi habitación, me siento en uno de los sofás y le pido que tome asiento. Ella se sienta lejos de mí.
- Acércate.
Ella se acerca un poco.
- Ven aquí.
Le muestro mis muslos, ella se acerca tímidamente. La tomo del brazo y la hago sentar en mis muslos. Ella está tensa.
- Relájate.
Le digo acariciando su vientre plano, acaricio su mentón con el pulgar, me inclino hacia sus labios para besarla mirándola bien a los ojos. Ella se deja hacer, siempre alerta.
- Relájate, nunca te haré daño, ¿de acuerdo?
Ella asiente moviendo la cabeza.
- Cada vez que estemos en la sala roja, no tendrás más nombres, te llamarás n.1, porque eres la primera sumisa que viene a mi piso.
Aquí hay un contrato de sumisión que solo nosotros y mis abogados conocen. Además del contrato, hay un cuestionario que debes responder lo más honestamente posible, tus preferencias, lo que más odias, según tus respuestas sabré cómo llevar las sesiones.
- ¿Qué son estas sesiones?
- Son sesiones donde disfrutarás mucho. Eres mi sumisa, mi esclava en la sala roja.
Pero fuera de la sala, eres mi asistente personal ante los demás. Tengo dos amantes, cuatro novias en las diferentes ciudades donde suelo quedarme. Tengo una prometida y me casaré en unos meses.
- ¿No temen contraer enfermedades con todas estas mujeres?
- Siempre me protejo. Incluso mis médicos les hacen análisis cada mes para detectar cualquier enfermedad transmisible. Me protejo especialmente para evitar posibles sorpresas.
- ¿No quieren tener hijos?
- Solo con mi esposa, una vez casado.
- ¿Sus amantes están en esta ciudad?
- Mis amantes están en el estado de abajo.
- ¿Pero cómo va a reaccionar su esposa con todas estas mujeres aquí en su casa?
- Solo es un matrimonio de conveniencia, no hay amor, solo negocios. Además, mis amantes se irán después de mi matrimonio.
- ¿Y yo?
- Tú no te mueves de aquí, incluso después del matrimonio.
- ¿Y si su esposa no quiere verme aquí?
- Ella no tiene voz en esto. No te mueves de aquí, incluso después del matrimonio.
La aprieto contra mí, acariciándole el cabello, la espalda, bajo hacia sus nalgas, que toco, ella gime en mi cuello, estoy duro como una piedra, quiero saciar este deseo sombrío, mortífero, me mata.
- Más tarde te presentaré a mis amantes y a los empleados para que nadie te falte al respeto, después iremos de compras, y esta noche vendré a buscarte para ir a cenar y hablarte un poco de mí, porque a partir de ahora me seguirás a todas partes, donde yo vaya. Serás como mi sombra, cuando me vean no estarás lejos, no puedo alejarme de ti más de 30 minutos, mis deben tenerte constantemente a la vista.
- Pero no voy a escapar.
- Lo sé. Vamos al comedor.
- Está bien, señor.
Tomamos el ascensor para ir allí.
En el comedor encuentro a mis dos amantes sentadas, listas para comer. Jenifer detiene todo movimiento y nos mira acercarnos, sus ojos lanzan rayos.
- Les presento a mi nueva amante y asistente personal. Se llama Sibelle, y quiero que sea tratada con respeto. En un mes se mudarán de aquí, que cada una comience a buscar su villa donde va a alojarse, y contratar a los sirvientes que vayan con ella.