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Capítulo 13: Castigo

Sibelle

Subo a descansar. Cabrón, sí quiero que te repitas, ¿quién se cree que es? ¿mi padre? Sube a descansar

¿Cree que tengo cinco años? Inhumano.

No te pierdes nada por esperar, crees que tienes el control, pasas el tiempo aterrorizando a todos, y llamas a eso poder, ¿qué poder? ¿eres feliz así? Eso no es vida, que todo el mundo te odie, vives encerrado, vigilado como un prisionero, eso no es felicidad.

Quiero lanzarle estas palabras a la cara, pero es imposible, sería un suicidio, prefiero guardármelo todo para mí, si aprecio mi vida, debo guardarme esto en la garganta.

Me acuesto directamente, la verdad es que estoy cansada, me duermo en cuanto mi cabeza toca el colchón.

Me despierta un movimiento, no sé, tengo la sensación de que no estoy sola en mi habitación, miro a mi alrededor y lo veo sentado en un sillón a mi cabecera, me incorporo y espero a que hable.

- Tardaste en despertarte. Sígueme. Me levanto y lo sigo, me conduce a la sala de las sesiones, mi corazón empieza a latir con fuerza, sé lo que va a pasar, mi hora de castigo ha llegado.

Tengo miedo, ¿qué me va a hacer?

Empiezo a avanzar muy despacio

No quiero entrar en esa habitación.

- Veo que te tomas tu tiempo, ¿no quieres avanzar más rápido?

- Eh, no, me duele un poco los pies.

Algo me debió picar.

Él estalla en carcajadas,

- No escaparás de este castigo.

- ¡¡¡Pero si no he hecho nada!!! 

- Muy bien, avanza, más rápido.

Me toma la mano y me tira hacia la habitación prohibida.

Clavo los pies en el suelo, sin querer moverme. Termina por levantarme y entrar conmigo en la habitación prohibida.

Se coloca delante de mí y me dice:

- Ponte de rodillas, para besar los pies de tu amo

Me arrodillo para presionar mis labios sobre sus pies.

- Muy bien, si eres muy obediente, tendrás golosinas. Digo acariciándole el pelo.

- Desvístete, ponte desnuda,

- No quiero.

Él me mira, sorprendido

- Veo que quieres demostrarme que tienes agallas, con mucho gusto me someteré a ti, a mi voluntad.

Ahora desvístete, no me hagas repetirlo.

Sigo sin moverme. Él sonríe y coge su teléfono, sé lo que quiere hacer, mis padres, m****a, no había pensado en ellos.

Empiezo a quitarme la ropa

- Ve despacio, quiero disfrutar, tomarme mi tiempo, eres magnífica.

De mala gana empiezo a desvestirme, me tomo mi tiempo, lo odio, lo miro a los ojos, para que entienda bien que no estoy vencida, que no me someto a él.

Él vuelve a meter su teléfono en el bolsillo.

Termino de desnudarme y me quedo ante él, desnuda, con la cabeza alta.

Da una vuelta a mi alrededor, me contempla como una joya, me siento avergonzada, se detiene frente a mí, se acerca a mis pechos erguidos y apuntando hacia él, los acaricia con la mirada, como si les hablara, los pezones se erizan ante su mirada.

- Acuéstate en este banco

Hago lo que me pide. Se inclina,

Me acaricia la espalda, baja por mis nalgas, que amasa con sus dos manos.

Me esfuerzo por no gemir,

- Te daré 15 nalgadas, que contarás en voz alta. Por esta vez, te pegaré con la palma de la mano, ¿entendido?

- Sí,

- ¿Sí qué?

- Sí, señor.

- Hoy quiero que me llames amo.

- De acuerdo, amo.

Golpea una primera vez, duele,

cuento:

- uno

- Repite después de mí: haré todo lo que mi amo me pida que haga.

Repito después de él. Golpea una segunda vez, cuento:

- dos

- Repite después de mí: me entregaré a mi amo sin importar el lugar o el sitio, según los deseos de mi amo.

- No lo diré.

- Repite, fulmina. Golpeando de nuevo

- Tres, no lo diré amo, enfatizando el amo. ¿No tiene vergüenza? Se impone por la fuerza a una mujer, obligándola a cederle lo que tiene de más precioso, ¿nunca tiene remordimientos por todo lo que haces sufrir a los demás? Es despótico. Me repugna.

Él estalla en carcajadas,

- Me importa un bledo lo que pienses de mí

A mí, cuando quiero algo, Golpea, cuento

- cuatro

Sigue golpeando mis nalgas, y yo sigo contando, hasta alcanzar las 15 nalgadas, lloro, me duele, coge una pomada, que me frota en las nalgas. Cada vez que te sientes

en tus nalgas, pensarás en mí. Me masajea las nalgas, sus manos se deslizan entre mis muslos para acariciar el interior y yo cierro los ojos, me gustan sus caricias aunque me repugne admitirlo.

- Ahora, te follaré como es debido,

Me levanta y me lleva a su habitación. Tengo los ojos cerrados, no quiero verlo. Camina hacia su habitación conmigo desnuda en sus brazos, me deposita sobre el colchón y va a buscar una crema que empieza a extender sobre mis nalgas.

Estoy tumbada en la cama, con el rostro enterrado en el colchón.

Después de un momento, se endereza y empieza a desvestirse.

Veo que mi hora ha llegado, me va a quitar la virginidad. Todo

este tiempo que he pasado preservándome, no dándome a cualquiera.

Ahora es cualquiera quien me quitará lo más precioso que tengo en el mundo. No quiero entregarme a él, pero ¿cómo negarme? Tiene la vida de mis padres en sus manos, puede matarlos cuando y donde quiera. ¿Cómo existen personas así en este mundo? Estoy perpleja ante la injusticia

de este mundo.

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