Pasé la noche en vela. No paraba de deambular por el apartamento. ¿Otro embarazo? ¿Ahora? ¿En medio de todo lo que está pasando?
Cerca de las cuatro de la mañana, Lina se levantó para ir al baño. Me encontró sentada en el sofá, con una taza de té a medio tomar y la mirada perdida.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja, sentándose a mi lado.
Negué. No pude articular oración. La prueba positiva estaba sobre la mesa.
Se la tendí.
Lina la tomó, miró de hito a hito sorprendida y luego me abrazó fuerte.
—Joder reina. Sea lo que sea, estoy contigo.
Me apoyé en su hombro. No lloré, ya no me quedaban lágrimas. Solo el vacío.
—¿Se lo vas a decir a Leo? —murmuró después de un rato.
—No —negué inmediatamente.
Ella entendió. Un buen rato después. Me convenció de ir a recostarme un poco mientras ella preparaba algo de desayuno. Se quedó conmigo hasta que cerré los ojos.
El día siguiente, el apartamento estuvo tranquilo. Lina se fue temprano a un turno y Josef ya estaba en su trabajo. Tho