"En un giro del destino, la vida de Emilia Crawford y Alexander Russell, dos CEOs exitosos y amigos de la infancia, se ve alterada por un malentendido que los lleva al matrimonio. Todo comienza cuando un encuentro casual en un bar y compartir una copa, toma un giro inesperado. A medida que mantienen la fachada de un matrimonio feliz, descubren que su hostilidad inicial esconde un secreto: una atracción profunda y apasionada. Emilia se resiste, sabiendo que su matrimonio tiene una fecha de caducidad. Alexander, por su parte, está decidido a conquistarla y demostrar que su amor es real. Pero justo cuando comienzan a encontrar la felicidad, el pasado de Alexander regresa para amenazar su unión y la verdad sobre su matrimonio se ve amenazada trayendo consigo terribles consecuencias. En un juego de amor, poder y familia. Emilia y Alexander deben apostar todo para descubrir si su matrimonio de conveniencia puede convertirse en un amor verdadero. ¿Podrán superar sus diferencias y encontrar la felicidad, o será su unión solo una fachada?
Leer másLa velada fue todo un éxito, como habría de esperarse teniendo en cuanta toda la preparación y el cuidado que tuvieron a la hora de afinar cada uno de los detalles. Deseaban que aquella fuese una noche sin duda especial y única, lo cual lograron.Tanto los invitados como los medios salieron de ahí con la idea de que aquella fusión no daría más que buena noticias y grandes sorpresas en un futuro cercano. En tanto, que los padres de ambos no podían sentirse más orgullosos de ellos y es que era grandioso todo lo que estaban consiguiendo. Eran conscientes de que habían hecho la mejor elección al ponerlos al frente del imperio que habían construido.Ambos regresaron al apartamento pasada la media noche. Al atravesar la puerta, Emilia no dudo ni un solo momento en quitarse los altos tacones que usaba para recogerlos y comenzar a caminar sin demora rumbo a su habitación, se sentía exhausta.—Emilia —la llamo Alexander, más ella solo continúo andando como si
Por un momento se sintieron como un par de adolescentes, pillados por sus padres teniendo relaciones en el sofá de la sala de su casa. Si bien, parte de eso era verdad; no eran ningún par de jovencitos. Ambos eran adultos hechos y derechos, ceos de una de las más importantes empresas de construcción el país e incluso esposos. Aunque no por eso dejaba de ser menos vergonzosa la situación.—¿Alexander estas hay? —repitió, mientras comenzaba a abrir la puerta.Dada la situación en la que se encontraban, no podían permitirlo; así que se apresuraron a correr hacia esta para cerrarla de nueva cuenta. No podían impedirle ver en el interior, eso jamás.—¿Qué diablos pasa? —le cuestionó, desconcertado por su acción.—Estoy aquí papá, ¿que necesitas? —le pregunto Ale
No obstante, Alexander aun no la había soltado. Sentía uno de sus brazos enredado con fuerza alrededor de su cintura, pegándola a su cuerpo. En tanto que la otra la puso en uno de sus hombros, haciendo que se mantuviera totalmente erguida. Se sentía un tanto aprisionada, con él a sus espaldas.—Puedes soltarme, estoy bien —le hizo ver.Infortunadamente, eso no lo hizo; sino que al contrario apretó su agarre con un tanto más de fuerza. Sentía como acercaba el rostro a su cuello y su aliento solo un instante antes de que sus labios entraran en contacto con la suave piel de su cuello. No fue solo un rose, sino que la besaba.Alexander no podía permitir que se golpease, en especial cuando había sido su culpa por ser tan brusco. Se apresuro entonces para sostenerla e impedir que se lastimara. Lo que nunca espero fue que el impulso de abrazarla para ayudarla, despertara algo
Hacía poco más de dos horas que Alexander había llegado, recibiendo con una sonrisa a todos los asistentes. Trataba de mostrar la mejor de sus expresiones de júbilo, aun cuando en el fondo estuviese un tanto preocupado y es que Emilia no aparecía por ningún sitio. Había intentado contactarla en más de una ocasión, pero no contestaba el teléfono y eso solo le ponía aún peor.—Alexander —lo llamo Lucas de pronto.—Dígame —le respondió, hiendo en su encuentro.—¿Dónde está Emilia?, ¿porque no llegaron juntos? —le cuestiono extrañado.Lo más fácil seria atribuirlo a que no se había terminado de alistar, que se retrasó por esa causa; pero si alguien la conocía era Lucas y sabía que jamás le creería algo semejante. Emilia era demasiad
Un par de horas después, Alexander estaba listo para la ocasión. Usaba su elegante smoking, tan solo se colocaba las mancuernillas mientras esperaba a que Emilia apareciera al fin.Lo cierto es que los minutos comenzaron a transcurrir, llevándole a impacientarse por su ausencia. Se estaba haciendo tarde y odiaba que eso ocurriera, por lo cual se vio tentado a ir a buscarla a su habitación.—¡Emilia, date prisa! —le grito desde la sala con fuerza.Por desgracia, no recibió respuesta alguna de su parte; llevándole a darse cuenta de que no tenía otra opción más que acudir por sí mismo.Llegaba al pasillo de las habitantes, cuando la puerta de su recamara se abrió de forma un tanto intempestiva. Emilia entonces apareció por esta, mas no fue lo que se esperó y es que no usaba el vestido de gala y tacones altos que se suponía; si
Esta la vio rondar por la oficina con confianza, tal como si se supiera dueña de la situación y lo odiaba.—No sé qué es lo que crees que saber de Alexander y de mí, pero te aseguro que no es verdad —deseo desbaratar cualquiera que fuese su percepción de ellos.—Nadie pensaría lo mismo si viera tu reacción ante la sola mención de algo semejante, tal parece que tienes mucho que esconder —le respondió, jugando claramente con ella.—Está bien, ¿qué es lo que crees que sabes? —le cuestiono, deseando saber de lo que se trataba, solo para echarlo por tierra.—Se que lo de ustedes es falso —revelo sin más.—No sé de dónde has sacado algo semejante, pero te aseguro que somos una pareja real —le corrigió con rapidez.—Tengo pruebas —argumento, segura
El anuncio de la fusión entre sus dos empresas estaba a punto de darse a conocer. Los detalles faltantes eran mínimos y como era de esperarse, deseaban hacerlo por todo lo alto y con la algarabía que se merecía.Estaban felices por lo que pasaría; así que organizaron una gran fiesta, misma que tendría lugar en ambas cedes. Por el día se llevaría a cabo una rueda de prensa, en la que darían a conocer su nueva imagen, la estrategia que manejarían en adelante y sus planes a futuro; además de presentar a sus ceos. Esta se realizaría en la sede de la empresa Crawford, quienes tenían instalaciones de punta.En tanto, que por la noche tendría lugar una gala para celebrar la fusión; misma que se realizaría en la sede de la empresa Russell. En esta se festejaría a lo grande la noticia y se entablarían nuevas relaciones para neg
Alexander se sorprendió al darse cuenta de que tan bien lo conocía, de todos los detalles importantes que conocía de su persona; pero en especial le sorprendió lo último que menciono.—No estoy enamorado de ti —se defendió sin demora—Nadie hablo de amor. Solo digo que te sientes atraída por mí, que me deseas sexualmente —aclaro, siendo muy abierta al respecto.Este apenas podía creer lo que estaba escuchado y es que le resultaba una locura.—Yo no... —trato de asegurarle.—No intentes de negar lo que esta tan claro; además descuida y es que no tiene nada de malo. No hay de qué avergonzarse —le tranquilizo, actuando con naturalidad.—¿Estás hablando en serio? —deseo constatar.—Por supuesto; después de todo somos jóvenes, atractivos y al menos en
Emilia trato de mantener la calma durante aquella desagradable reunión, pero basto con que aquella mujer abandonase su oficina para que dejara salir todo el mal humor que le había ocasionado. Golpeo el escritorio con todas sus fuerzas, deseando desahogarse.La verdad es que si la creía capaz de cumplir con su amenaza, capaz de intentar desbaratar su matrimonio. No porque creyera ni por un momento que Alexander fuera capaz de traicionarla, porque sabía que no era de ese modo. Al igual que también era consciente del resentimiento que le tenía, mismo que no desaparecía con solo una caricia y de eso estaba perfectamente consciente. Sin embargo, si angustiaba el hecho de lo que pudiera hacer para intentarlo, de que tan lejos estaba dispuesta a llegar.Sabía que la situación en que se encontraban era precaria, que hasta un pequeño desliz podía desboronar el castillo de naipes en