Capítulo 35
—¿De verdad no lo ves? —espeté rabiosa, interrumpiéndolo—, ¿Crees que después de lo que hiciste... puedo siquiera desearte?

Le miré fijo —Me das asco Leo—escupí mordaz.

Eso último hizo que se quedara inmóvil. Su expresión... se apagó como una vela hundiéndose en su propia cera. No intentó defenderse. Ni una excusa. Nada.

Me volteé, abrí la puerta y salí. No podía seguir ahí. Si permanecía junto a él, no iba a ser capaz de sostener esa gran mentira un segundo más.

Porque sí. Era mentira. Maldito él y su forma de tener razón. Las bragas me apretaban, húmedas, pegadas. Un rastro traidor entre las piernas. El deseo. Crudo. Urgente. Descarado. No pensaba admitirlo. Ni loca. No después de todo esto.

En el pasillo, me recompuse el cabello. Inhalé. Exhalé. Una, dos, tres veces. Tratando de calmar todo lo que se deshacía en mí por culpa suya. Me dolió decirle eso. La culpa fue inmediata. Pero era la única forma de escaparme de mí misma.

Ya en el salón, divisé a Adrik. Conversaba con un pa
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