Liyeth
Me siento más viva que nunca, como si cada célula de mi cuerpo hubiera despertado de un letargo eterno. Todo lo vivido con Jaik me transformó. Aquel hombre que antes me parecía frío, sin brillo, casi irrelevante… ahora es mi necesidad más profunda, mi adicción. Lo veo como un oasis en medio del desierto, la luz que atraviesa la oscuridad, el aire que me mantiene en pie.
Lo beso en la frente y mi piel responde con un resplandor dorado que vibra entre nosotros, como si nuestra unión hubiera encendido una fuerza primigenia. Es energía vital… sexual… celestial. Y ahora me pertenece tanto como yo a él.
Se levanta y camina desnudo delante de mí. Mis ojos recorren su espalda firme, la línea perfecta que baja hacia sus glúteos tensos, sus piernas fuertes… y el vaivén de su virilidad, todavía marcada por lo que acabamos de hacer.
Mi respiración se entrecorta.
Deseo volver a tocarlo. A sentirlo dentro de mí.
Pero la realidad golpea desde lejos, como un eco inevitable: cuando salga de est