Damian POV:
—¡Y todo esto es tu culpa!
La acusación de Alejandro me golpeó con la fuerza de un ariete. No era solo una frase, era una verdad desnuda y brutal que se clavó en mi pecho y me dejó sin aire. Me puse en pie de un salto, la desesperación convirtiéndose en una defensa irracional.
—¿Mi culpa? —repliqué, mi voz ronca por el desuso y la agonía—. ¿Tú te atreves a venir a mi casa a acusarme, cuando mi mate está en coma y mi hijo estaba…?
—¡Tu hijo estaba en un altar de sacrificios, imbécil! —gritó, dando un paso adelante. La furia que emanaba de él era tan densa que era casi física—. Estaba a punto de ser la moneda de cambio en un pacto que tu prometida hizo con los vampiros.
Vampiros. La palabra no encajaba. Era una locura, una fantasía de las que se usan para asustar a los cachorros.
—Mientes… —susurré, negando con la cabeza. No podía ser.
Justo en ese momento, las puertas de la sala del trono se abrieron de par en par. Valeria entró, flanqueada por dos de mis propios guardias.