Alejandro POV:
—¿No hay nada que puedan hacer? ¡Absolutamente nada!
Mi voz era un gruñido bajo y peligroso, contenido a duras penas para no aterrorizar a todo el ala médica de mi propia mansión.
Estaba de pie junto a la cama donde yacía mi hermana, un espectro de porcelana sobre sábanas de lino blanco, y mi frustración era una bestia enjaulada arañando mi interior. Habíamos vuelto al Valle Escondido, a la seguridad de mi hogar, pero esa seguridad se sentía como una mentira.
Mi sanadora principal, una loba sabia llamada Lyra, suspiró, el sonido cargado con el peso de su impotencia.
—Alfa, lo hemos intentado todo. Hierbas purifi