El día anterior se hallaba limpiando la casa para quitar el polvo, revisando cada esquina y buscando alguna mancha de humedad o moho que pudiera haberse formado. Se esforzó en asear a fondo aprovechando su tiempo libre. Se quedó con los brazos en jarra observando la mancha de humedad del techo de su habitación que crecía con cada lluvia que llegaba. Resopló de molestia. Aquello no podría solucionarse de manera casera o con ideas sencillas que circulaban en la web.
Sabía que tendría que juntar más dinero para pedir que lo arreglaran, de lo contrario eso afectaría su salud y mucho más la de su pequeño hermano quien padecía de asma severa y los espacios con humedad lo afectaban gravemente. Mudarse en esos tiempos era tan costoso que no tendría la oportunidad de poseer algo mejor y se lamentaba no poder ofrecerle lo que su hermano realmente necesitaba.
Horas después, sonó su teléfono. El nombre que aparecía en su pantalla casi la hizo saltar de alegría y una esperanza le alegró el corazón