Repasaba en su mente todo lo que había memorizado para decir. Todo estaba preparado y dispuesto. Trató entonces de prestar atención a las palabras del cura, que hablaba sobre la Biblia y las bendiciones de Dios para todos. También mencionaba que todos se iban a morir cuando Él lo dispusiera. Estaba de acuerdo, por supuesto, aunque confiaba en que aún le faltaban algunos años para que eso sucediera. Sin embargo, algo logró sacarlo de ese intento de concentración.
Como un atisbo de aquello que su mente había reprimido durante varios días, un pensamiento se soltó por un instante al ver a la amiga rubia y menuda, vestida de negro, que Fiorella había traído como acompañante.
La joven se sentó a su lado, y fue como un destello de uno de sus pensamientos favoritos, ese que había dejado en pausa a causa de los últimos acontecimientos.
Sus cavilaciones dieron otro giro.
¿Debería ser una señal de Dios acordarse de aquella hermosa mujer que no estaba presente sino en sus pensamientos? Por algo s