La entrada de las damas desató una ovación que recorrió la carpa: los invitados se pusieron de pie, jubilosos, aplaudiendo a las mujeres que avanzaban con sonrisas radiantes.
Unos minutos después, las melodías de jazz instrumental sonaban como fondo para un ambiente festivo y armonioso, mientras los invitados tomaban sus respectivos lugares, hablaban entre ellos y esperaban a que la cena, recién llegada, tocara sus platos vacíos.
A Kelly le llegó una entrada de tres enormes champiñones asados rellenos de salsa bolognesa y queso, con unas hojitas que desconocía y adornaban la parte superior. Cuando todos comenzaron a comer, los siguió probando el manjar que le ofrecieron; tratando de copiar los "modales" y no caer en la vergüenza por su ignorancia.
Los meseros y maîtres iban y venían por donde se los llamara. La reunión parecía muy apacible, a excepción de algunas caras disgustadas que susurraban al oído de otros o volteaban a mirar a alguien para luego reírse en clara señal de burla.