Bajaba de su helicóptero privado después de días trabajando en el estado de Texas, supervisando e instruyendo al nuevo plantel que conformaría el próximo equipo de trabajo para una de las empresas de maquinarias y construcción que él mismo había levantado. La noche había llegado hacía poco, por lo que decidió cenar solo, darse una ducha y dormir hasta el día siguiente.
Nada era más satisfactorio que saber que todo había quedado en buenas manos y que podría retomar sus asuntos en ese lado de la ciudad. También podría visitar a su padre después de tantos días sin saber más que el reporte médico, que no pronosticaba nada bueno ni esperanzador. Incluso había enviado a uno de los mejores médicos para revisarlo mientras él se encontraba lejos, y el diagnóstico fue el mismo: solo quedaba esperar, aunque solo un milagro haría que volviera a ser el mismo después de tanto tiempo en ese estado comatoso.
Cada día que pasaba, las obligaciones rutinarias llegaban a sus manos buscando sus consejos,