-Julián
Llegué al club como cada viernes por la noche, pero esta vez, no para ahogar mis dudas con un whisky caro… sino para encontrarme con ella. Con la hermana de Rebeca. Esa mujer que nadie sabe que existe. Mucho menos Rebeca.
El lugar está iluminado con luces tenues que rozan lo elegante y lo prohibido. La música suave se mezcla con las risas fingidas de la alta sociedad. Camino con seguridad, sintiéndome dueño del lugar, pero la verdad es que ella me domina más de lo que quiero admitir.
La busco con la mirada.
Y allí está.
Sentada en la barra como una diosa urbana. Su vestido negro ceñido a las curvas, su cabello perfectamente peinado cayendo sobre un hombro. Se ve elegante, codiciable… provocadora. Su sola presencia hace que olvide todo lo que me pesa.
Ella me ve y sonríe.
Esa sonrisa.
Tan seductora como un pecado envuelto en terciopelo.
Me acerco sin apartar la mirada, con pasos lentos pero firmes, como si cada uno me acercara a un destino inevitable.
—Estás hermosa —susurro a