Capítulo 127
Estoy en el club, sentado tras el escritorio de mi oficina, revisando por última vez los papeles de la venta. El silencio pesa entre estas paredes que, hasta hace poco, solían estar llenas de risas, música y el murmullo constante de los clientes. Repaso los documentos con una mezcla de alivio y nostalgia; vender este lugar es cerrar un capítulo de mi vida, uno que inevitablemente me recuerda demasiado a Rebeca.
De pronto, mi teléfono vibra sobre la mesa, interrumpiendo mis pensamientos. Al mirar la pantalla, veo el nombre de Rebeca. Sin dudar, contesto de inmediato.
—¿Aló? Hola, Rebeca, ¿cómo estás? —pregunto, y no puedo evitar sonreír al reconocer su voz al otro lado.
—Hola, Viktor. —Estoy bien, ¿y tú? —responde. Su tono suena tenso, diferente a lo habitual.
—Bien, dentro de lo que cabe. ¿Ocurre algo? —pregunto, detectando la urgencia en su voz.
—Te llamo porque eres el único que puede ayudarme —suspira, como si soltar esas palabras le quitara un peso de encima—. Se trat