ROBERTO—Un indulto. —¿Crees que vamos a permitir que te vayas al bando contrario y nos hagas la vida más difícil? —dije, enarcando una ceja con evidente desdén. —Estoy segura de que esta información es muy valiosa para el alfa… —respondió ella, enroscando un mechón de su pelo entre los dedos con aire confiado. —Digamos que te concedemos el indulto… pero sólo cuando la amenaza que nos acecha se disipe. Entonces, tendrás que marcharte. Exiliada. Sin vuelta atrás… ¿lo aceptarías? —Sí, ¿no lo ves? Estoy haciendo una apuesta. Si esa amenaza llega… moriremos todos. Yo incluida. Pero si lograis vencerla… entonces yo obtendré mi libertad.Roberto entrecerró los ojos, en silencio por un par de segundos antes de hablar con voz grave: —Eso lo tiene que decidir el alfa. Pronto recibirás una respuesta…***Mientras me dirigía a mi dormitorio, los ecos de la conversación con Gema no dejaban de resonar en mi cabeza. Aunque esa mujer jugaba con cada palabra, burlona y calculadora, la informació
ROBERTONo sé si estoy en el cielo o en el infierno.—Vete—le digo con un tono autoritario—. Vete ahora mismo o no respondo…Ella me observa fijamente, sus ojos clavados en los míos. Después de unos segundos, su mirada baja lentamente hacia mi entrepierna. Una leve mueca de satisfacción cruza su rostro, y, sin decir una palabra, levanta la mirada para encontrarse con la mía nuevamente.—No voy a irme… de hecho —sus ojos bajan de nuevo hacia mi entrepierna—, tu cuerpo tampoco quiere que me vaya, ¿verdad?Un impulso me lleva a acercarme a ella, con la intención de alejarla, de poner distancia entre los dos. Pero, antes de que pueda reaccionar, me agarra por el cuello de la camisa y me atrae hacia abajo, hacia ella.Su respiración es pesada, y en un instante, sus labios se encuentran con los míos. Al principio no lo esperaba, pero mi cuerpo reacciona por sí solo, siguiendo el ritmo de su beso. Nuestros labios se acarian con anhelo y nuestras lenguas se abrazan con desperación.Ella se s
MELIAEstoy en su merced, y él lo sabe. Claro que lo sabe…Mi cuerpo dejó de pertenecerme en el momento que dijo que si lo acepto, me reclamaría ante la manada. Y eso, en el mundo en el que vivimos no es cualquier cosa, podría significar la muerte. Todas las barreras que había levantado contra él se desmoronaron, y entendí que no puedo soportar ni un minuto más lejos de él.Estoy completamente enamorada de él, hasta los huesos. Siempre lo he estado. A veces lograba disimularlo mejor que otras, pero en el fondo, era imposible ocultarlo del todo. Él nunca me ha tocado ni me ha dicho abiertamente que sentía algo por mí... pero ambos lo sabíamos.Nunca le he confesado nada, por culpa de mi condición: las pesadillas, las alucinaciones, los ataques de pánico... No quería cargarlo con la responsabilidad de alguien roto como yo…Pero esta noche soy suya.Me toma en brazos para llevarme a la cama, y por un instante siento que estoy en el cielo…—Princesita…eres muy pequeña, puedo hacer contig
ARIA Hace 2 años… En la sala de reuniones de la manada Luna Menguante, se reunían las figuras más importantes o influyentes de la manada, cada una ocupando su lugar con una presencia imponente. En el centro de la gran mesa, se encontraban los guerreros de la manada, en su mayoría machos, aquellos a quienes se respetaba y, en ocasiones, se temía; su sola presencia llenaba el ambiente de autoridad y reverencia. Un poco más a la izquiera, se encontraban los lobos con linaje antiguo, cuyas características físicas y psíquicas eran superiores al resto. Estos lobos y lobas se encargaban de la política y administración de la manada, junto al Alfa y su heredero, quienes gobernaban sobre todos. Y, aunque parezca increíble, en esa sala también estaba yo… observando a esos imponentes lobos, mientras intentaba, sin mucho éxito, descifrar qué había hecho para terminar en medio de tanta solemnidad ¿Había perdido alguien una apuesta o simplemente necesitaban un relleno de último minuto?. Las mente
ARIALa voz firme del alfa me arrancó de mis pensamientos...—Hemos pensado que sería lo mejor mandar a Aria, junto con algunos guerreros, para visitar la manada Sombra Nocturna y convencerles para renovar el tratado de paz entre las dos manadas. Necesitamos tenerlos de nuestro lado para pedirles que se hagan cargo de proteger el territorio colindante a la zona irregular.La zona irregular, es un denso bosque de árboles torcidos y retorcidos que se entrelazan con espesas brumas que apenas dejaban entrever el suelo en que crecen una gran cantidad de plantas de acónito. Estas características del terreno hacían que cada paso fuera una trampa potencial para los guerreros y rastreadores. Algunos rogues se escondían en la zona irregular pudiendo así saquear y matar a los comerciantes y otros lobos que pasaban cerca. Por lo tanto, el terreno colindante a la zona irregular se había vuelto cada vez más difícil de proteger. Con el dinero escaseando, las patrullas se veían reducidas y la manada
ARIA A la mañana siguiente, recibí la visita de mi maestro. Él quería encontrar una manera de realizar la ‘misión’ que me habían encomendado sin que mi vida dependiera de ello. — Escucha Aria, el Alfa Lucciano está desesperado por ‘llevarse bien’ con la manada Sombra Nocturna. Sabe que son buenos guerreros y que el dinero no les importa. Lo que ellos valoran es la fuerza, la lealtad y la seguridad de su territorio. —Pero... ¿por qué tanto interés en ellos? —insistí, notando cómo sus palabras me ponían cada vez más inquieta. —Porque son nuestros vecinos y, si algún día decidieran ocupar nuestro territorio y desafiarnos, créeme, ellos ganarían—. El maestro hizo una pausa para que asimilara sus palabras. — El Alfa quiere evitar un conflicto y asegurarse de que, si ocurre algo en la zona irregular, los tengamos de nuestro lado. Bueno, sinceramente... quiere usarlos como perros de caza. Así que, si llegas a negociar con ellos, ofrece lo que sea necesario para renovar el tratado. Propo
ARIA Me esperaba un viaje de aproximadamente siete horas hasta el territorio de Sombra Nocturna, y, aunque intentaba mantenerme tranquila, una inquietud persistente me rondaba. Me dirigí al punto de encuentro, donde me esperaban los guerreros de la manada que habían asignado para acompañarme. Al verlos, noté que todos eran novatos, reclutados de familias menos influyentes. Pobres desgraciados… apenas empezaban y ya los mandaban a una misión con alto riesgo. La manada Sombra Nocturna había sido avisada de nuestra llegada con antelación, y en el límite de ambos territorios nos esperaba un grupo de sus guerreros. Su sola presencia imponía respeto. Eran altos, robustos, con miradas frías y calculadoras que reflejaban años de experiencia y entrenamiento. Era como si llevaran la palabra “peligro” grabada en la piel. Sentí cómo mis propios guerreros se tensaban a mi lado; se miraban unos a otros, y sus rostros dejaban entrever una creciente preocupación. Tratando de aliviar el ambiente, so
SEIK Después de la reunión con mi padre, mis compañeros y yo nos dirigimos a la sala de armamento, era un espacio amplio y austero, que albergaba el equipamiento necesario para realizar las inspecciones semanales de nuestro territorio. Mientras el bullicio de risas y planes para la noche resonaba a mi alrededor, mi beta se acercó, su expresión seria contrastando con el ambiente festivo.—¿Seik, tienes un momento? —me preguntó, su voz apenas audible entre las carcajadas de los demás. Delante del resto de la manada, me llamaba Comandante, pero cuando estábamos solos, prefería usar mi nombre de pila, como solía hacerlo cuando éramos niños.—Sí—dije con la voz cansada.—¿Cuáles son los planes del Alfa Axel con la manada Luna Menguante?—dijo con determinación.—No lo sé—dije preocupado. La verdad, no me gustaba tratar con lobos de otras manadas, especialmente con los de Luna Menguante. Aquellos lobos estaban más obsesionados con aparentar riqueza y poder que con el bienestar de su manada.