Capítulo 126

ROBERTO

Toqué dos veces la puerta antes de abrir con cuidado. La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la luz de una pequeña lámpara de la mesilla.

—¿Melia? —llamé en voz baja.

Ella estaba en la cama, recostada de lado, con la manta subida hasta la barbilla. Al oír mi voz, se giró lentamente, frunciendo el ceño.

—¿Qué haces aquí? —susurró, con una mezcla de enfado y sorpresa.

—Me dijeron que no te sentías bien —respondí, cerrando la puerta tras de mí. Caminé hasta el borde de la cama y me senté con cuidado, sin tocarla—. Solo quería ver cómo estabas.

—No necesito una niñera —refunfuñó, pero no hizo el menor intento por echarme. Sus ojos estaban cansados aunque intentaba disimularlo.

Así actuaba cuando quería hacerse la fuerte…

No dije nada. A veces el silencio es más útil que cualquier palabra torpe.

Pasaron unos segundos antes de que suspirara hondo.

—Es raro que no digas nada —comentó, ladeando un poco la cabeza para mirarme—. Siempre tienes alguna broma pesada o comen
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