Gema
Perdí la cuenta de los años que llevo huyendo. Desde el día en que me expulsaron del territorio de Sombra Nocturna, acusada de traición, no he hecho más que vagar de un sitio a otro, buscando un rincón donde pertenecer… y nunca encontrándolo.
Estuve en diferentes ciudades—incluso en pequeños pueblos—de Akatarawa, y al principio todo parece ir bien… hasta que descubren quién soy. Y entonces...me expulsan, en el mejor de los casos.
Ninguna manada quiere acoger a una loba marcada por el vampiro.
Susurros. Insultos. Rechazo. Incluso me han intentado matar...varias veces.
Mi vida es entretenida, ¿verdad?
Ni siquiera los salvajes —los pocos hombres lobo sin manada que escaparon de Seik tras aquella gran batalla— me permiten estar con ellos.
Para ellos también soy una traidora. Si me atrevo a poner un pie en la zona irregular, donde se esconden, me mataran con gusto… y no rápido. Les encanta prolongar el sufrimiento de sus víctimas; es su manera de operar.
Es irónico, ¿