Cuando salgo de la tina, me aseo como corresponde y me coloco al menos un poco de maquillaje para no verme tan pálida, Maximiliano ya está en la puerta dando órdenes a la velocidad de la luz sobre comida, vinos e incluso decoraciones que hacen que los chicos suban a los autos y se marchen tan rápido como pueden.
— Necesito que todo sea perfecto, que se note apenas entre que hay algo importante celebrándose. No piensen en los precios, si no, en lo más hermoso y de calidad, debo darle a mi esposa e hijo lo mejor.— ¡Como ordene, jefe! — dicen los chicos que aún no se habían marchado.— Parece que vas a hacer una fiesta a lo grande. — digo sentándome en la cama que han arreglado mientras estábamos en el baño.Maximiliano regresa hasta donde me encuentro y me besa suavemente los labios, intentando controlar la felicidad que hay en su mirada, una que disfru