78. Retorno a la Normalidad Fragmentada
Finalmente pudimos salir del hospital tres días después. Max necesitó observación por la pérdida de sangre y complicaciones menores con la cirugía. El sol de Madrid brillaba con una intensidad que contrastaba dramáticamente con la oscuridad de aquella noche terrible.
Romero nos esperaba en la entrada del hospital con el coche, su expresión mezcla de alivio y preocupación cuando vio a Max salir en silla de ruedas por protocolo hospitalario.
—Señor Undurraga, señora Walker —saludó con respeto mientras abría la puerta trasera del vehículo blindado.
—Gracias por venir, Romero —dijo Max con voz cansada.
El trayecto de regreso a la mansión fue silencioso. Romero conducía con cuidado, evitando baches y frenadas bruscas que pudieran causar dolor a Max. Yo miraba por la ventana, consciente de cada respiración de Max a mi lado.
—¿Dónde vas a quedarte? —me preguntó Max finalmente, rompiendo el silencio.
—No lo sé. Supongo que buscaré otro hotel.
—Puedes quedarte en la mansión si quieres —dijo, aj