18. El Hospital de las Mentiras
La vibración de mi teléfono aún resonaba en mis manos. El mensaje de Camila brillaba como una advertencia imposible de ignorar:
"Isabela planea una visita sorpresa a la mansión. Prepárate."
No tuve tiempo de procesarlo. El sonido del teléfono de Max interrumpió mis pensamientos. Dudó unos segundos antes de responder, y cuando lo hizo, su voz arrastraba una mezcla de cansancio y culpa:
—Isabela está en el hospital otra vez —dijo apenas cortó la llamada, su voz cargada de preocupación y algo más, un rastro de culpa que lo ensombrecía—. No es grave, pero… necesita compañía. Voy a verla. Quiero que vengas conmigo.
Cada movimiento de Isabela tenía un objetivo, cada gesto estaba calculado para empujarme fuera del tablero. Si pensaba aparecer en la mansión, significaba que ya había trazado un plan. El mensaje de Camila y la invitación de Max se mezclaron en mi cabeza como piezas de un mismo ajedrez envenenado. Hospital o mansión, todo era parte de su estrategia.
—No creo que sea buena idea —