Viernes, siete de la noche.

Durante dos días después de mi sesión con la Dra. Eliana, sus palabras han estado resonando en mi mente como un eco persistente. Cada vez que trato de concentrarme en el trabajo, cada vez que intento convencerme de que mi vida actual es suficiente, esa pregunta regresa para confrontar mi cobardía cuidadosamente disfrazada de madurez.

He pasado los últimos días en una especie de limbo emocional, oscilando entre la determinación de hacer algo al respecto y el terror paralizante de exponerme a un rechazo que podría confirmar mis peores temores sobre mi propia patología emocional. Pero esta tarde, mientras revisaba contratos en mi oficina, algo se cristalizó en mi mente con una claridad que no había experimentado en meses.

No puedo vivir con la incertidumbre. No puedo construir una vida basada en el miedo a lo que podría pasar si soy honesta sobre lo que siento.

A las seis y media, después de que Diego se va a casa y las oficinas se quedan silenciosas, marco el