101. Celos Inesperados
Sábado, nueve de la mañana.
Despierto con dolor de cabeza y la boca seca, consecuencias directas de las dos copas de vino de anoche y las tres horas de sueño interrumpido por sueños vívidos sobre Max y la misteriosa Victoria Serrano. En mis sueños, ella era una versión mejorada de mí: más alta, más elegante, con la confianza serena de alguien que nunca ha tenido que reconstruirse después de una traición devastadora.
Me ducho con agua casi fría, esperando que el shock térmico me ayude a recuperar algo de perspectiva. Pero mientras me seco el cabello, no puedo dejar de preguntarme qué está haciendo Max en este momento. ¿Está desayunando con Victoria? ¿Le está preparando café de la manera meticulosa que solía prepararme a mí, midiendo exactamente la cantidad correcta de crema?
Es sábado, lo que significa que normalmente habría estado en la mansión, leyendo el periódico en la terraza, planeando alguna actividad para el fin de semana. Ahora, probablemente está haciendo exactamente eso, per